COLOQUIO TEOCRATICO
Algunos dioses llegaron temprano aquella tarde a la
taberna, ahí se reunían noche a noche, después del ocio rutinario. No podían
ver una diosa, sin que se les alborotaran las hormonas, ya había varias de
ellas haciendo carambolas con el cantinero.
Ahí
había mesas de billar, barra, bancos, cubilete y otros juegos para matar el
tiempo; también había música en vivo interpretada por los artistas venidos a
más, desde el olimpo unos, otros desde oriente, así amenizaban a la deifica
concurrencia.
Algunos
santos intentaban colarse con aquel selecto grupo de divinidades, pero a pesar
de su insistencia no lograban su objetivo, merced a la fuerza de custodios y
séquitos que defendían la entrada, así eran insultados y golpeados los intrusos, con aureolas y túnicas de diferentes colores
y tamaños.
Dioses
y diosas de todas las religiones conocidas, adentro pecaban a sus anchas, había
unos considerados como los más asiduos comensales pues prácticamente ahí se la
vivían, no obstante, los menos, esporádicamente paseaban y asomaban sus
esencias para saludar a sus contrincantes, parientes, colegas, camaradas y
compañeros.
Los
dioses más viejos habían hecho de aquel antro, una costumbre, ocupaban el fondo
iluminado con tan solo la flama de un enorme cirio. Zeus conversaba con
Dionisio de no sé que tópico y se deleitaba viendo las piernas de Afrodita, su
hermano Poseidón los veía receloso, pues
andaba sobre la conquista de la Venus.
Marte
y Apolo se disputaban el campeonato de pool en la mesa más nueva, desde las
sombras los observaba discreto Hades, mientras aguardaba la llegada de
Perséfone para irse con ella al Hades.
En
la barra estaba Menade ebria, disoluta y desvergonzada, mostrando sin pudor sus
encantos a Tlaloc.
El
único que no se levantó cuando hizo su arribo Alá, fue Shiva, quien ya traía
ciertas reyertas por el plagio de profecías en el que había caído Mahoma, quien
esperaba afuera.
Hermes
les traía un mensaje a todos, Cronos el abuelo, estaba grave, tenía una hernia
prostática que le molestaba, cuando se los anunció, todos explotaron en
carcajadas.
En
una mesa platicaban –entre otros – Confucio,
Zoroastro y Huitziloposhtli, posteriormente se les uniría Vishnú, Rama y
Krishna; Jehová les dijo: si siguen ahí con lo mismo acabarán más confundidos que Confucio, arrímense para
acá.
Era
una concurrencia muy selecta, los meseros iban y venían con sus charolas
sirviendo exóticas bebidas y enteógenos poderosos. Un silosive doble por acá le
pedían a Mefistófeles, un mezcal triple reclamaba por allá Quetzalcóatl, a mí
tráeme un adrenalín en las rocas exigía Tescaltipoca, a mí un canabinol derecho
demandaba Horus.
Lucifer
y casi todos los diablos no se daban a basto en el demoníaco quehacer de
embriagar a las divinidades, todos consumían a más no poder, el único que
pagaba era Pluto y eso lo hacía con cargo al erario celestial que ya acarreaba
una deuda milenaria.
Dioses
desconocidos asechaban afuera del lugar, no se les permitía la membrecía y solo
esporádicamente eran invitados a algún evento, onomástico o en ciertas
celebraciones especiales, cuando algún dios echaba la casa por la ventana.
Vulcano
era famoso por sus celebres pisa y corre, cuando salía tambaleándose abrazado
de Atenea, para salir volando al Olimpo a disfrutar de estrambótico
libertinaje.
-¿Por
qué elegistes a ese pueblo?- Reclamaba Isis a Jehová
-
No se dice elegiste-s, aprende a hablar siquiera ingrata -le respondió
agitado- lo elegí por la nariz, por las barbas, por lo avaricioso, por lo
ambicioso, por lo tradicional y en última instancia porque se me dio la gana y
¿qué? A ti los Faraones solo te sirvieron para hacerte los mandados.
-
Sí, pero de ahí en adelante tus elegidos se creyeron los amos del mundo
y eso no me gusta y hazle como quieras – dijo Alá
-
¡Bueno! Ya párenle que esto puede terminar en bronca aseguró Tonatiuh-
-
- Tú cállate- le dijo Krishna, que a ti te encantan los sacrificios
humanos, los corazones frescos arrancados de las doncellas cándidas e imberbes.
-
-Si no son machos para tener barbas las virgencitas, además tú no te
metas en lo que no te incumbe, tú eres bastante mojigato- le inquirió
Huitziloposhtli
-
Mira indígena patarajada, yo no te estaba insultando- En eso se levantó
Adonis, uno de los más jóvenes y respetables clientes de aquella taberna y dijo:
-
¡Ya estuvo! Estoy harto de discusiones pueriles, pero en ese momento Zeus le acomodó un sillazo en
plena cabeza, mandándolo a dormir por una eternidad y media.
-
Sirvan otra ronda a todos y va por cuenta del Olimpo- dijo Osiris-
Mejor con cargo a las pirámides de Egipto- le repuso enfurecido Hefestos
dándole un majestuoso bofetón en pleno rostro, pronto de acercaron Set y
Rasputín que era mozo de aquel antro celestial, en son agresivo.
-
De reojo los veía, ya repuesto Ra lo mismo que Zeus, quienes en esos
momentos se estaban echando unas vencidas de dedo para ajustar sus distintos
puntos de vista de la irrealidad.
Al
cabo de un tiempo llegó Pandora con su caja, detrás venía Epimeteo, quién
agitado pretendía ver lo que su mujer escondía entre sus atuendos, ella se
refugió entre las piernas de Hércules, intentando proteger aquellos secretos
olvidados en su esperanza.
Esculapio
y Dionisio celebraban con cánticos y bailes órficos su lujuriosa
vestimenta, hecha con prendas
afrodisiacas, bebían aguardiente y
tetrahidrocanabinol sin medida alguna.
-¡Glotones!-
les gritó Jehová en son de broma, pero Marte lo tomó muy en serio y de
inmediato salió en defensa de Baco que ya se tambaleaba y abriéndose paso entre
los comensales le asestó los siguientes comentarios:
-Por
respeto –le dijo- no lo saco de aquí a patadas, usted con qué derecho viene a
burlarse de un borracho, cuando que usted ordena crímenes, incestos, guerras,
venganzas y violaciones, pues ¿qué se cree?
Jehová
enfurecido pareció tartamudear de rabia por la insolencia hecha y con la boca
llena de espuma, le respondió:
-De
guerras ni hablemos, porque ese es su mero mole, yo tengo otra categoría, en mi
religión la que yo fundé la que profesan millones y millones de hombres en la
tierra, desde épocas pasadas, soy el
único dios, ustedes corresponden al pasado muerto, son solo una ilusión de los
pueblos helénicos, son ustedes una farsa, una burla grotesca al
entendimiento.
En
eso irrumpió Zeus con toda su celestial investidura y con gran autoridad proclamó:
-
¿A mí también te refieres, dios de los hebreos? ¿Conque soy una
ilusión?
-
Ahora mismo verás mi poder y ordenó que lo arrestaran……pero nadie movió
un dedo, apuntó con su índice a la cabeza de Jehová y lanzó un rayo estridente
que al desviarlo aquel dios, fue a rebotar en los espejos de la eternidad y
quedar como cometa perenne en el Universo.
Todos
los dioses se levantaron de sus asientos, tomaron arcos y flechas, hachas,
lanzas y macanas; ya se disponían a tomar partido, cuando Huitzilopóchtli honda
en mano les dijo: - ¿Qué van a decir sus súbditos, sus rebaños cuando se
enteren de esta bronca? Más vale que recobren la serenidad, paguen sus cuentas
y cada uno váyase por donde vino – ¡Salud! -gritó Baco y empinó el codo- ya
será en otra eternidad cuando tengan que verse las caras y sabremos si entonces
impera la razón o la violencia, por ahora los ánimos están caldeados, tal vez
porque hay luna llena y la sangre hierve en las venas –agregó-.
Pues
será en las de usted que ni a semi-dios llega, yo no tengo ni sangre ni venas,
eso déjelo para los mortales de los que se alimenta- le replicó Zeus-.
A
mí me agradan los sacrificios también replicó Jehová, mientras Huitzilopóchtli se relamía los labios, al escuchar la descripción de las deliciosas
princesas y pitonisas que se estarían
ofreciendo en holocausto, en el escenario, cerrándole un ojo a Xipetotec,
que ya asomaba sus ojillos traviesos, detrás de del disfraz que ensangrentado
lucía.
De
pronto todos los dioses se desvanecieron, al escuchar la magia del llanto de un niño que recién nacía.
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