martes, 16 de septiembre de 2014

Tonantzin y la Virgen de Guadalupe



Tonantzin y la Virgen de Guadalupe
 Desde épocas prehispánicas existía un templo de adoración a Toci-Tonantzin en el Tepeyac, cerca de la Ciudad de México. Dicho templo fue destruido durante la Conquista de México. Sin embargo, los monjes franciscanos mantuvieron una pequeña capilla en este lugar. Bernardino de Sahagún describe el culto a Tonantzin:
...uno de estos está en México, donde está un montecillo que llaman Tepeacac y que los españoles llaman Tepequilla, y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe. En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que ellos llaman Tonantzin, que quiere decir nuestra madre. Allí hacían muchos sacrificios en honra de esta diosa, y venían a ella de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas las comarcas de México  y traían muchas ofrendas: venían hombres, mujeres, mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el concurso de gente en estos días y todos decían 'vamos a la fiesta de Tonantzin'; y ahora que está ahí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin, tomando ocasión de los predicadores que también la llaman Tonantzin. ...y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, de tan lejos como  antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente."
Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, 1540-1585
Existe debate entre los historiadores acerca de si los conquistadores españoles decidieron utilizar el culto a Tonantzin como base para desarrollar el culto a la Virgen de Guadalupe. Muchos indígenas usaron el nombre de Tonantzin-Guadalupe, que consideraban una misma deidad.  Sin embargo, el culto a Tonantzin-Guadalupe, se sigue practicando por muchos indígenas de México y por otros practicantes de religiones mesoamericanas.
Dentro del sincretismo que se dio en la conquista de México el arraigo tradicional a la deidad indígena maquilló a Tonantzin con atuendos de María la esposa de José, hija de Santa Ana, bíblicos personajes del nuevo testamento, donde se sustenta el catolicismo contemporáneo y aval de la conquista de América latina.
Aún hoy en día el ancestral fanatismo religioso continúa con fervor, sin el, millones de mexicanos perderían su sustento emocional, su razón de ser. Oleadas casi interminables de compatriotas, algunos analfabetas y otros analfabetas funcionales, siguen con indomable fe acudiendo a venerar a su madre Tonantzin.
Mientras los herederos de Shulemburg se llenan los bolsillos de limosnas que los fieles peregrinos donan a la basílica, donde apareció la diosa transfigurada.
Piden salud, milagros de todo tipo, perdón a sus pecados y ofensas, piedad por sus faltas y errores, fuerza para resistir el hambre, el frío y la miseria; suplican con la esperanza de que les conceda después de la muerte la gloria, saben que en esta vida han venido a padecer y únicamente quieren fuerza para resistir la adversidad.
El inconsciente colectivo de todo un pueblo está iluminado por la veneración, la devoción y la reverencia a la divinidad Tonantzin Guadalupana.  Con ello la Iglesia Católica tiene el poder de inducir, influir y resignar al creyente.  
No queda más que respetar los arraigos milenarios de los pueblos.

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