jueves, 29 de abril de 2021

EL RETORNO

EL RETORNO

Nos encontramos en un punto inverosímil, mientras yo avanzaba al futuro, ella lo hacía al pasado; sus ayeres eran mis mañanas, sus después eran mis antes; ambos nos sentimos desconcertados.

¿De dónde vienes? Era la pregunta que nos hacíamos, su recorrido había sido enorme, venía del fin de la eternidad y presurosa se movía hacia el origen; yo al contrario, venía del principio y me dirigía al final; pero ahí nos detuvimos casi en medio de ambos umbrales.

Era como si fuésemos el revés de cada quien, yo iba, ella venía. ¿Qué vas a hacer al pasado?-le pregunté – ¿Por qué regresas? -

- Quiero conocer ese lado, del que tanto he oído, dicen que es interesante, historia, cultura, sabiduría, belleza, arte y color.

Sí, le dije, también muchas guerras, epidemias, sangre y dolor.

 ¿Qué tal el futuro?

¿Por qué crees que vengo de regreso? - No te digo, mejor averígualo tú mismo. 

YA ME VACUNARON

 

YA ME VACUNARON

Ya me vacunaron, era yo la momia resurrecta

¿Por qué a nosotros? los inútiles, los que ya deberíamos estar en paz retozando.

 Una carga muy pesada y costosa; un lastre estorboso que tendría que desaparecer, para liberar al globo que tiende a las alturas y se puede estar enredando en un pantano.

Ya no aportamos, vamos subidos en la nave del olvido, unos jalan otros empujan el carretón de escombros.

Dejemos de succionar la fresca vitalidad de las generaciones más recientes, librémosles el camino, abrámosles el paso.

 

INCONFORMIDAD

¿Contra quién me peleo? ¿Contra el destino, contra la vida, contra el azar o el infortunio? ¿Qué nombre le pongo al culpable? ¿Contra el cielo, contra la religión, contra la muerte, contra los dioses, contra el papa? ¿A quién le reclamo?

 

ENERGÏA SAGRADA

Un templo interior que es inaccesible para todos excepto para mí. Desde ahí contemplo en silencio, todo es sagrado, numinoso, solemne, majestuoso, mágico, fantástico, dichoso. Aquí están las respuestas unidas todas de golpe, quedas maravillado, encantado con lo sublime.

 

CONSEJO

Que la muerte sea benévola, es lo preferible y más recomendable.

 

APECHUGAR

APECHUGAR

Pastábamos inocentemente en la pradera, ajenos a toda perturbación, nos recreábamos con el simple estar, ahí entretenidos, con los sentidos encendidos, recibiendo la luz y la brisa de los días que transcurrían, tan solo el sonido del viento nos acompañaba, no nos hacíamos preguntas.

Pero nos iluminó la consciencia como regalo divino, se abrieron ilusiones, ambiciones y esperanzas, se instaló la reflexión como mágico don que nos pudo revelar la dicha del entendimiento, puertas a la inteligencia, ventanas al amor, todo se llenó de flores de múltiples aromas, formas y colores, fuimos saciados, absortos contemplábamos como la felicidad nos invadía, satisfechos y agradecidos nos entregábamos sin dudar.

Pronto acabó el sueño para hacerme despertar en la más horrenda  y profunda pesadilla de la realidad, que cruda, me arrebató la dicha, no puedo quedar impávido ante la muerte de un ser, de una existencia fundamental, la esencia de mi naturaleza, arrancar mi alma, él era mi propia carne.

Ahora me mostraba ya la realidad su verdadero rostro, sus garras sobre mi yugular; primero fue el premio, después  el castigo inexplicable de la muerte, me arrebatan el tesoro del cielo, lo hacen en un parpadeo.

Nos dan vida, luego nos la quitan, quedamos como siempre a la deriva,  no hay de otra, que apechugar.

ATIBORRADO DE DIOSES.

ATIBORRADO DE DIOSES.

Quería un infierno privado, sólo y nadie más, donde en el peor de los castigos imaginados estaría condenado por toda la eternidad, sin esperanza alguna por haber sido descreído y libre.

Disfrazados con túnicas y velos, los intermediarios, en su nombre le habían arrebatado su dicha, amenazando con el castigo eterno, prometiendo el edén a cambio de su libre albedrío, habían sido siempre exigentes, no se saciaban nunca de sacrificios, de entregas, de resignaciones, de súplicas, de ayunos, de peregrinaciones, de cánticos y plegarias como tampoco de limosnas.

Ese fue el costo del desacato teológico; acabó maldiciendo, blasfemando, anatemizando e insultando a los dioses, mismos que siempre habían brillado por su ausencia.