LA MALDAD SIEMPRE ES HUMANA.
Los animales salvajes son auténticos
siervos de sus impulsos naturales, no conocen la verdadera maldad, invento del
hombre, impulso reprimido, que en el inconsciente despierta; el hombre no ha
podido desprenderse de sus instintos asesinos a pesar de vivir en sociedades
civilizadas avanzadas. Trata de no romper las leyes, las prohibiciones, las
costumbres; se ha amaestrado; renunciando a sus fundamentales instintos, intentando
alejarse de la fuente primitiva.
Aparentemente ha renunciado a los
manantiales de donde surge su naturaleza original, pero sigue siendo violento,
sangriento, egoísta, no sabe ni le gusta vivir en paz.
La historia está manchada de guerras,
los asesinatos son cotidianos, los crímenes habituales, los delitos son la
tortilla nuestra de cada día, los robos, los asaltos, los fraudes, los abusos
del poder, la ambición sin medida, el odio y la venganza.
Rousseau sostenía que el hombre es
bueno por naturaleza y que se corrompe al socializar; pero la violencia la
hereda en sus genes, las guerras son asesinatos masivos, crueles; disfrazados
de ideales de libertad o de justicia nacionalista o de cualquier otro pretexto,
como destino manifiesto.
La energía que el hombre invierte en
la violencia disfrazada de defensa es inmensa, las cifras son escalofriantes,
la proporción es absurda y entrópica. La
industria, el comercio y el uso de armas, son inconmensurables, representa un
porcentaje avasallador.
Así visto, es ingenuo pensar que esta
tendencia vaya a disminuir, seguirá la inversión en tan lucrativo negocio, la
seguridad es prioridad: los escudos, los blindajes, las balas, los misiles, los
bunkers, rifles, pistolas y metralletas; todo tipo de transporte por tierra,
mar y aire, son naves de guerra, instrumentos de ataque. El hombre es un animal
belicoso, tuvo que serlo para sobrevivir entre fieras.
Encontrar
enemigos es obsesivo, prepararse para la guerra es apasionante, desatar esa
violencia reprimida es catarsis, una necesidad ancestral que le urge satisfacer
con sangre y muerte. Le seduce el crimen, las cárceles tienen un encanto, la tortura una tentación,
se fascina el hombre con atormentar al débil, se deleita mintiendo, traicionando
y robando.
Se solazaba el hombre viendo luchar por
su vida a los gladiadores de antaño como ahora ver descuartizarse en un rin a
los peleadores. Sangre, sudor y lágrimas
son sustancias que le embelesan, no se compadece del sufrimiento ajeno, se
alegra de la agonía del perdedor en la batalla. La pelea y el pleito son su
esencia. Ganar, triunfar, vencer son su fetiche predilecto.
Aquí unas cifras frías que reflejan
la crueldad humana:
Venta mundial de armas dejó 420.000
millones de dólares en ganancias
El primer fabricante
mundial de armas sigue siendo el estadounidense Lockheed Martin, cuyas
ganancias representan el 11 por ciento de las ventas totales en el planeta.
México pidió a
Washington "congelar" el tráfico ilegal de armas estadounidenses con
las que se comete el 70% de los delitos en ese país, en contraparte por la
reducción lograda en los flujos migratorios irregulares.