lunes, 6 de diciembre de 2021

EL MARTIR

EL MARTIR

Su defecto era que pensaba siempre en los demás, nunca entendió, por más que se lo advirtieron, pero era como Diógenes en cuanto desprendido y asceta; a pesar de los reveses insistía: los otros son primero, los demás son antes.

Por eso nada poseía, siempre andaba en la más espantosa miseria, era un muerto de hambre, así se quedó, porque para él, los demás van primero, era el más generoso de los hombres y no lo hacía por ganar ni aplausos y menos el cielo; no, ya nada tenía para repartir, se había quedado desnudo.

Permitió que lo robaran, lo despreciaran, lo vejaran, lo insultaran, lo abofetearan y hasta lo empujaran hacer las más denigrantes perversiones.

Renunció a su dignidad con tal de satisfacer los apetitos del prójimo, los deseos ajenos, entregó todo lo que era, de él no quedaban más que cartílagos palpitando, pegados al esqueleto.

El día que fueron por él, lo encontraron tirado en un basurero, dormía profundamente, lo tomaron por el cuello, lo ataron en lo alto de un tapanco y empezaron las pedradas, miren como lo han dejado.    

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