jueves, 18 de octubre de 2018

¿POR QUÉ?


¿POR QUÉ?
¿Por qué? Cuando estoy derrotado vienes a consolarme, me ves enfermo me alivias,  me ves sediento me das de beber,  estoy seco me refrescas, he estado hambriento me has alimentado, si estoy derrotado te acercas a solidarizarte conmigo, si estoy triste me alegras, cuando ando deprimido me animas.
Pero cuando estoy feliz, sano y contento, me evades; te vas si me ves alegre, huyes si estoy bailando, desapareces si estoy cantando, te enojas si soy dichoso, te enfadas si estoy de júbilo extasiado, te disculpas si me ves reír y te vas…
¿Por qué solo te acercas si me ves llorando, por qué son mis dolores los que te atraen, por qué mis congojas te llaman y entonces me besas, por qué mis lágrimas endulzan tu rostro?
Te gusta extenderme la mano y sacarme del hoyo, te place extraerme del lodo ¿Qué éxtasis extraño te produce mi angustia, qué rara pasión se despierta en ti al sentirme desesperado?
Te deleitas con mis penas, te regodeas de mis vergüenzas, te solazas con mis penurias, dime ¿Por qué? 


OBRERO


OBRERO
Quieren aceptar y aprobar solo personas exactas como un ladrillo más en la pared, para eso la sociedad industrial post moderna ha diseñado los huecos precisos y quien no quepa, se queda afuera.
Los hombres deben modelarse conforma la fábrica o el mercado lo demanden, ni más ni menos, mientras más exacto y preciso, mejor.
Debes encajar en estos puestos que te ofrece el mercado de trabajo, ahí te mantendrás enajenado, alejado de tu esencia indómita, castrado como un eunuco; alienado si es posible, mejor; para que ni siquiera rebuznes, ni te quejes ni protestes y nunca te rebeles; solo así serás “feliz”.
Tendrás un horario estricto, desde la guardería donde te depositarán tus padres, dormirás, comerás a tus horas, siempre con puntualidad inequívoca a los minutos dictados por las manecillas de la compañía donde serás esclavo de por vida.
¡Ay! De ti, si osas trasgredir las reglas de la sociedad industrial y de mercado, ¡Ay! De ti, si te atreves a salirte de la horma que el sistema dispuso para trabajadores como tú.
La industria es cruel, desalmada, insensible, está violando constantemente tu libertad, ¡Ay de ti! si no te ajustas, la pagarás muy caro. Luego, cuando ya estés viejo y no sirvas para maldita la cosa, serás desechado como fierro viejo, quizá te den las gracias, pero tú acostumbrado a la servidumbre, no sabrás que hacer con tu libertad, no podrás decidir qué hacer con tu tiempo libre, la inercia de tu sometimiento te hará anhelar las cadenas y los grilletes virtuales que durante tantos años te tuvieron alienado. Enfermarás con el peso de la nostalgia por el látigo del capataz y al final morirás sin haber vivido.
La inmensa mayoría de los hombres que pululan en el mundo son fieles, están sometidos incondicionalmente a un régimen de vida que los enajena, no tienen criterio propio e independiente, son una mancha más en el muro de la decadente sociedad de estos tiempos.
Si alguien se aparta, se desbalaga, lo señalan e intentan incorporarlo al rebaño; no aceptan más que dóciles y serviles trabajadores, resignados a los dictados del jefe como la tropa a su sargento.
Quien deserta, quien escapa, se le considera demente, un loco que amerita manicomio o merecedor de cárcel; aquel que no acepta las normas convencionales, aquel que se excluye de cumplir con la sumisión implícita en el sistema económico social imperante, será estigmatizado con la tacha de loco.
La sociedad quiere borregos, robots programados para callar, producir, consumir, sin nunca preguntar nada.
¡Ay! De aquel que se atreva a dudar de la buena marcha del sistema.      

NOÏA OTSUAF


NOÏA OTSUAF

Muerto de miedo, se escondía detrás de alacenas, tanques, bloques y donde podía; procuraba no hacer sombra ni ruido alguno, parecía suspendido, como flotando en una espuma verdosa.
Luego se agachaba entre la hierba, se perdía entre las matas, se soslayaba tras los frondosos árboles de aquellos milenarios bosques llenos de leyenda y misterio.
Lo veía venir de lejos y entonces entraba en paranoia, se tenía que tapar la boca con las dos manos para no oír sus alaridos de pavor y así arrastrándose huía hacia el interior de aquel paraíso fantasmal.
Se sentía acosado, sabía que lo espiaba aquel diabólico ser que le prometió el infierno, se consideraba la presa de aquel furtivo cazador de almas.
Lo husmeaba, seguía su rastro, por más indeleble que fuera, tenía un olfato de lobo. ¿Cómo enfrentarlo desarmado? Lo único que le salvaba era escapar, ya no había donde ocultarse, pero cada vez se acortaba la distancia y ahora a mayor velocidad, todo por haberle vendido su alma; pero hoy ya están a unos pasos, pronto estarán frente a frente.

 

INGRATA.


 INGRATA.
Así te debieron haber puesto por nombre, ingrata, si todavía no dejas de hacerme sufrir con tus desprecios, como un mártir irredento del amor…. Me escatimas hasta el saludo, a duras penas te das cuenta de mi existencia; en cambio con cualquier barbaján te empinas y a morder almohada se ha dicho…
Te sigo todas las tardes hasta ver cómo te metes en hoteluchos de mala muerte, bajas de los automóviles trastabillando no sé si ebria de amor o de alcohol, otras veces te tropiezas de la prisa que traes por caer rendida en algún colchón, donde te esclavizas de placer con cualquier gañán; prefieres leñadores, gente ruda, ahí te revuelcas en piruetas descomunales, casi indescriptibles,  tus gritos y tus gemidos se oyen hasta la esquina; mientras yo rebuzno de celos, no me engaño.
Sales sudorosa y embarrada de placer, con los labios torcidos y la mirada perdida, para luego regresar a regodearte con el primero que se te  ponga enfrente, ¡menos conmigo! Tu indiferencia es mi tormento, yo también existo, merezco aunque sea una mirada, pero me la niegas ¡Ingrata!
Cada vez que cierras la puerta del cuarto donde te entregas completa, yo aúllo en silencio de dolor, los celos cubren todos los rincones de mi alma, lo peor es cuando oigo o no sé si solo imagino, tus eróticos lamentos cuando se te saltan los ojos boca abajo y con todas tus fuerzas muerdes la almohada.    ¡Duro y duro, no paras…..ya es mucho!  Hasta rezo un ave María cuando ya vienes de regreso, ¡de bajada…chata!
A veces a empujones, tus galanes, te sacan de los antros, otras te veo tirada en algún callejón, llena de moretones, con las arracadas desplumadas, despeinada, corrido el rímel, llorosa la vista y todavía emitiendo quejidos de lujuria.
Habías mordido almohada todo el santo día, ¡ninfómana! mientras que a mí, ni una mirada me dispensabas, ¡ingrata!
Pero me gusta latiguearme, me convencí que soy inmensamente masoquista; en lugar de mandarte al diablo en un olvido programado, me entretengo imaginándote cometiendo los más desgarradores actos de perversión como los que me platican esos lenones, que no solo te zarandean de las greñas y patean tus costados, sino que además te llenan de sus inmundas excresencias.
Luego tengo que ir a rescatarte de esos nauseabundos tugurios donde amaneces echada de bruces, todavía con las plumas de la almohada entre  los dientes, ¡Perra! Así te saco, unas veces a rastras, otras en vilo, para llevarte donde restauro tus heridas y curo tus chipotes, lo hago con el mayor de los cuidados, para no provocarte dolor ni molestias de ninguna especie.
Finalmente despiertas cuando lamo tus yagas con un algodón mojado en agua oxigenada y entonces ruges improperios contra mí,.. ¡Déjame! – me gritas, dándome de bofetadas, a veces me escupes, de tus labios no salen más que lebras que yo cacho, insultos que yo capturo, maldiciones que interpreto para adjudicarme como blanco de tu rabia; pero luego desvías tu atención y dices: - a ti no te digo, ¡pedazo de excremento! Yo callo y tú sales vistiéndote en el camino, con el bolso en el hombro, las pantaletas mojadas a media asta y los tacones de tus zapatos inclinándose a tu paso. – ¡Hazte a un lado! – me gritas y te veo salir, lista para emprender una nueva batalla en tu cadena de aventuras cariñosas. 
Me gusta recogerte después de una refriega de las que acostumbras dosificarte los fines de semana, a veces son orgías tumultuarias, ocho o nueve sementales en una noche  ¡qué te duran! Ingrata y aun así no te sacias ¡Culebra!-
Hay veces que me traigo una camilla, en ella te deposito desvanecida  con el mayor de los cariños, por tus piernas todavía escurren ríos de semen de negros, mulatos, latinos, chinos y europeos. Te llevo con dulzura vasos de astringosol para que hagas  gárgaras, pero me lo vomitas en la cara diciendo: - ¡Largo de aquí! –
Cuando me aproximo para besarte, me das la espalda; entonces te ofrezco un garrote, un azote o un alambre, esperando descargues en mí una buena andanada de golpes para que desquites tu coraje y tristemente, solo recibo de ti un gesto de desprecio que me deja zarandeado, desconcertado e indeciso.
Me he disfrazado de todo lo imaginable, pero me descubres, siempre te das cuenta quien soy por mis temblores, pues cuando estás cerca de mí, el corazón me traiciona y empieza a repiquetear incesante, me sube la bilirrubina, cambia el color de mi rostro, mis ojos no dejan de llorar de emoción, se me traba la lengua y me siento desmayar; entonces me das con lo que traigas en la mano y allí quedo, como sapo embarrado en el suelo.
¿Qué me diste? ¿Qué embrujo se posesionó de mí? ¿Qué brebaje bebí, qué pócima me envenenó para seguir amándote...…? Tus desaires me están matando, no me muero ahora porque de seguro ni una sola vez te acordarás de mí, antes de dibujarme ya me has borrado ¡Ingrata!
  

LA BOCA


LA  BOCA
Se acabaron las conversaciones, se terminaron las pláticas y las tertulias donde se dialogaba, las amenas charlas pasaron al cementerio del pasado; se agotó el verbo y la lengua dejó de decir; todo lo borró la tecnología; el primer gruñido del hombre y el último suspiro de la mujer están ya sepultados bajo el polvo del olvido.
Las ondas electromagnéticas arribaron con el telégrafo, después el radio, la televisión y el teléfono fijo, pero el celular móvil vino a dar el último golpe de gracia a la palabra hablada de boca a boca.
Ya nadie escribe con pluma o lápiz en una hoja, todo se reduce a un teclado donde se oprimen botones insensibles que envían a distancias inconmensurables señales codificadas que anticipan pensamientos presupuestados; se cabo el susurro al oído, la caricia de las voces, el tono enamorado; hoy todo es estridencia magnética de sonidos muertos que resucitan con las conexiones casi impersonales de ruidos sin cables.
Las ondas atraviesan paredes y membranas, todo se reduce a vibraciones, a transformadores, condensadores, micrófonos, bocinas, audífonos, enchufes y electrones.
La boca perdió el habla, ahora solo mastica, chupa, lame, se encoge, se muerde la lengua, pero sobre todo, calla.

   


ORDENES DE DIOS



 ORDENES DE DIOS
Dejar ir a la locura, morir en ella, es mejor que agonizar lenta y dolorosamente en la cordura, tan altamente ponderada por todos.
Dónde hay más felicidad, ahí me anclo, con ella me voy como rémora, perdiendo la típica razón, me ausento en lo cuántico, donde no hay ni espacio ni tiempo, donde no existen los lugares ni las horas, donde todo está en todo.
Me pierdo en la muerte, porque la amo, porque yo soy la muerte misma; a nadie le gusta hablar de mí, les da miedo, tiemblan al imaginarme, se espantan tan solo al mencionar mi nombre; saben, no obstante que aunque me pospongan con amnesias tontas, caerán contagiados con mis mieles.
Tienen que empezar a quererme, pero si ni a la vida entienden, ¿cómo me van a entender a mí, a la muerte? No hay más muerte que yo, siempre he estado aquí, junto a ustedes, a su lado, muy junto, muy presente, no sé ausentarme.
Se aferran a la vida, a sus pertenencias, a sus comodidades, a sus existencias   acartonadas diseñadas en Hollywood.   
Me enloquecen las erupciones, los huracanes, los terremotos, las guerras, las revoluciones, las hambrunas, las sequías prolongadas, las epidemias, las plagas, pero sobre todo la vejez y sus enfermedades.
Soy enemiga de las medicinas, los hospitales y las enfermeras; no se diga ya de los médicos; solo tolero aquellos que practican la eutanasia. Me gustan los violentos, los broncos, los descuidados, los distraídos, los insolentes y los altaneros; también los delincuentes, los policías y los ladrones.
A quienes más admiro es a los suicidas, aquellos que se atreven a morir,  a ser también muerte, sin miedos; el horror hacia mí, es absurdo y nefasto; si ustedes supieran lo que soy, me anhelarían, sabrían lo que es dejar la carga del espacio y el tiempo, vagar en el vacío cuántico.
Allí desaparece el apego a esa realidad ficticia, que es la vida efímera, vida que no es mi enemiga, sino mi hermana gemela, mi otro yo, la vida; somos inseparables, sin ella no existo; lo que ella da, yo lo quito.
Son las órdenes de Dios 


LA REALIDAD INVENTADA


LA REALIDAD INVENTADA
Buscaba con vehemencia la realidad donde asirse, pero se le escapaba, se resbalaba con asombrosa rapidez tan solo al invocarla, se perdía cada vez que intentaba enfocarla, entonces se confundía; a veces creía entenderla con su pensamiento y ahí sujetarla para desmenuzarla, pero se desvanecía como  humo.
Descubrió que la realidad no existe el día que se miró en el espejo de su alma, se dio cuenta que siempre había querido complacer a los demás, darles satisfacción, que actuaba en función de lo que pensarían los otros de él; cómo calmar sus críticas, cómo conquistar su aprobación, cómo obtener su anuencia; porque ellos eran sus jueces, su felicidad dependía de su veredicto, estaba todo el tiempo pendiente de sus manifestaciones de aprobación y así actuaba intentando cosechar sonrisas y tratando de evitar gestos de rechazo.
¿Les gustará mi estilo, la forma como me expreso, el modo como me desempeño en la vida? ¿Qué opinarán de mi rostro y de mi cuerpo? ¿Qué dirán de mis humores, de mis defectos y cualidades, si es que tengo alguna?
¿Cómo deberé caminar, vestir, moverme, dormir, despertar? ¿Qué dirán de mi forma de ser? ¿Qué calificación me dan?
Descubrió una noche que nadie había, que aquel jurado era solo un puñado de fantasmas que bailaban en su cabeza, que tan solo un reflejo de sus propios complejos, una extensión de su solipsismo.
  

EL SUEÑO


EL SUEÑO
Cuando tocaron a mi puerta, yo apenas conciliaba el sueño después de un arduo día de labores en la construcción de una galera, me levanté y abrí la puerta, era Melitón Martínez con una chusma de rancheros; antorcha en mano alumbraron la noche, yo desconcertado le pregunté lo que pasaba y me dijo que venían a saludarme y a ponerse a mis órdenes para lo que yo juzgara conveniente.
Me quedé atónito, no supe qué pensar, tal vez era un sueño; pero no, todos casi al unísono empezaron a darme las gracias, había en ese tumulto mujeres que lloraban de alegría al verme, otras se acercaban y exigían mi bendición sollozando de entusiasmo, me pedían perdón a gritos y me besaban los pies.
Yo no sabía qué hacer ni qué decir, me reduje a lanzar bendiciones a diestra y siniestra y repartir saliva hasta que acabó el bullicio de aquella noche.
Ya exhausto los despedí con cánticos e himnos celestiales, se calmaron y así se fueron retirando en grupitos de uno en uno, hasta que desaparecieron todos.
Yo regresé a la cama, ya estoy soñando.

EL PASADO


EL PASADO
¿Dónde estabas antes? Cada uno nos hicimos en esta extraña aventura  ¿Qué fuimos en el pasado¨? Sino una probabilidad estadística, que entre muchas, se cristalizó.
La consciencia la cobramos con nuestra minúscula experiencia egoísta, la persona se nos va construyendo poco a poco a lo extenso de la vida.
¿Cómo podríamos haber estado en el banco de posibilidades? Si no mediante nuestros ancestros que nos corren por las células, por nuestros genomas y mitocondrias. Como relevos generacionales, nos pasamos la estafeta de la vida; está ya transcurrido el alboroto de la juventud, el entusiasmo de la paternidad y nos corresponda ahora el voluntario retiro del anonimato existencial cósmico, la muerte.
¿Qué era de cada uno de nosotros en la historia, en la Revolución, en la Reforma, en la Independencia, en la Conquista, en el Encuentro de los Pueblos del Anáhuac, en el Renacimiento, en la Edad Media, en el Imperio Romano, en el auge de los Griegos, en el Egipto Antiguo, en la Época de los Sumerios y de los Caldeos, cuando Babilonia y qué en las Glaciaciones?
¿Dónde están los que todavía no han sido concebidos? ¡Si no en el limbo de las probabilidades!    

EL CUANTO EGOÍSTA


EL CUANTO EGOÍSTA
Todo pasa, transcurre en el tiempo, las hojas caen en Otoño, la nieve en Invierno, las flores abren la primavera y en el Verano se desatan las fuerzas del viento es Eolo y Poseidón que rugen en furiosos embates.
Sucede aquí, allá, abajo, arriba; por todos lados acontece, en mi cuerpo también los tejidos se renuevan, las células muertas salen expulsadas y metabolitos frescos llegan a sustituir los desechados.
Solo yo sigo aquí metido, viendo pasar la historia, testigo de cómo la gravedad va venciendo todo a su paso, como se desmoronan los edificios, como envejecen los hombres y como mueren, se van, desaparecen como si fuesen luz que se apaga, quién si no nadie está detrás de todo esto.
Nuestro ser dentro de un mundo tridimensional y temporal, se encuentra perdido por pertenecer a una existencia cuántica donde el espacio y el tiempo dejan de ser los ejes directrices de la física, donde la lógica cartesiana y la geometría euclidiana no funcionan, donde las leyes de Newton no operan, donde cronos no cabe, donde se puede estar en varios sitios a la vez, donde la distancia no cuenta.
Es por eso que vivimos en un desconcierto, entre el sueño y la vigilia, entre lo imposible y lo evidente. Pertenecemos así a dos mundos ni contradictorios ni opuestos, pero misteriosamente complementarios, recipientes donde se ejercen fuerzas diferentes.
Nuestra mente, alma, espíritu o psique energética que habita nuestro cuerpo, se rige por leyes cuánticas y no obstante hay que lidiar cotidianamente con las dimensiones magnas que ocupan espacio y tiempo.
Sensaciones físicas intercaladas de dudas conscientes con fractales inconscientes, sueños cuánticos mezclados con imágenes estrambóticas y estrafalarias. Estamos entre dos fuegos, ni somos totalmente unidades corporales ni absolutamente cuánticos.


¿DE QUÉ SE TRATA?


¿DE QUÉ SE TRATA?
Cuando estés muerto entenderás todo- le decían- no te preocupes ahora, la verdad te será revelada cuando hayas cruzado el umbral de la vida, se paciente, todo llegará a su hora, no te precipites ni te desesperes. ¿Por qué querer escarbar hasta los límites, más allá de los confines de la abstracción más absoluta? ¿Por qué espulgar todos los rincones y atravesar mil laberintos? ¿Por qué incrustarse en los pantanos donde la ponzoña crece? ¿Por qué penetrar en las profundidades espeluznantes? ¿Por qué desafiar al monstruo encadenado? ¿Por qué huir por el monte perdido? ¿Qué te empuja al abismo?
-¡No! Ya muerto para qué- contestaba irritado, yo lo quiero saber ahora que todavía estoy vivo, que los misterios se abran, que se transparenten, que caigan las mentiras, que se despeje la bruma que envuelve a las ideas, que al menos me quede satisfecho con una explicación convincente.
-¿Acaso no estás satisfecho con la vida, ni contento con tu estilo ni conforme con tu destino?-
-¿Acaso alguien lo está? Basta de religiones mediocres, de doctrinas infames, de dogmas irracionales, de ecuaciones cuánticas; de complejas fórmulas de bosones, quarks, iones y partículas subatómicas, ya estoy harto de aproximaciones relativas, de hipótesis paradigmáticas, de discusiones bizantinas, discursos dialécticos y de teorías sospechosas.
Hipnosis y telepatía me tienen más que desconcertado, que no hay una fuente fidedigna que me diga ¿de qué demonios se trata todo esto? Ustedes lo saben les gritó y no quieren decirme….
-Quiero evadirme, olvidarme, irme, descansar, no volver jamás, ¡nunca jamás!
Furioso contra todos, tomó a uno del cuello, lo zarandeó con mucha violencia y empezó a ahorcarlo con saña inaudita, hasta que se puso morado en la asfixia, - suéltame – alcanzó a decir la víctima y te lo diré en un instante, solo entonces aflojó sus manos y le dijo, dímelo.
Entonces el ahorcado medio muerto, sacó un puñal clavándoselo en el esternón, diciéndole con fuerza: -De esto se trata ¡cabrón!  
Ni así entendió nada.    

CICLO TEMPORAL DE REVERSA


CICLO TEMPORAL DE REVERSA
Muerte y nacimiento se tocan la mano, de salida y de regreso, de ida y vuelta, empieza con un funeral acaba en una cópula, polvo fuiste y en polvo de convertirás. Las cenizas hacia atrás en el transcurrido tiempo de una larga vida que retorna para encontrarse con su origen, una vuelta al insondable misterio del más allá.
Las cenizas truenan por última vez en el horno que apaga su fulgor, como el último gusano que muere al acabarse el platillo del inhumado;  en este ejercicio el cuerpo pálido de pronto cobra brillo, se incorpora, resplandece, el reloj marcha hacia atrás, el tiempo se invierte, la anatomía enciende sus funciones, los órganos cobran su brío, el hombre se mueve, camina de espaldas como una película que se regresa.
El proceso reversivo está ya desatado, el anciano decrepito se hace solo un viejo que luego se endereza para convertirse en un señor maduro, que se yergue aún más borrando sus canas y su calvicie; va transitando a edades más tempranas, cumple con todas las coyunturas de un adulto y con todos los sacramentos y aniversarios por los que atraviesa, las arrugas y la joroba desaparecen, se desobliga, se deshace su casamiento, se pierde en los estudios, se deleita en los deportes y en las fiestas, comulga por primera vez después de confesar nimiedades, camina, se tambalea, gatea, se ensucia, llora en su cuna, mama, lo llevan a la maternidad, se instala en la matriz, se hace embrión, cigoto fecundado, se desintegra y vuelve al origen, cerrando el ciclo de donde partió.

AGONÍA


AGONÍA
¿De qué le servían tantos agradecimientos, cumplidos, cartas y telegramas; tantas alabanzas, halagos y premios por su obra, por su vida?
Ahora lo recordarían como a un prócer, como a un genio, sus palabras habían retumbado ya en la historia, el mundo lo registraría en sus anales, sus ideas habían trascendido y modificado el pensamiento de la humanidad, eran repetidas en todas las lenguas del orbe.
Su pensamiento creaba vertientes que convergían en sus palabras, en sus libros, en sus escritos; pero durante su vida fue vilipendiado como un absurdo, lo habían perseguido, acorralado, acosado por todos los medios, lo asustaron, lo arrinconaron  hasta que lo capturaron.
Demasiado tarde comentaban algunos de sus fieles amigos, pero  ¿los años en la cárcel, los tormentos, los suplicios, las torturas, los latigazos y las yagas?
Ahora que ya agonizaba empezaron a llegar flores, cheques, contratos,  ofertas, propuestas, invitaciones, reivindicaciones. Hoy todos reconocen la calidad de su obra, ya no lo ven como un idealista utópico y loco, ni lo desprecian ni de él se avergüenzan.
Hoy es un orgullo nacional, un ejemplo a seguir; levantarán obeliscos en plazas y jardines, avenidas y bulevares llevaran su nombre, estatuas y mausoleos con su busto adornaran las ciudades; lástima que esté ya agonizando.  

EDUCACIÓN PARA ESCLAVOS


EDUCACIÓN  PARA  ESCLAVOS

En aquel año abrió sus puertas la primera escuela para esclavos en ese pueblo, las instalaciones no eran de primera, pero sí de segunda, los baños lucían hasta el momento de la inauguración, bastante limpios.
El Gobernador con su séquito de lambiscones y acompañado por el Ministro de Educación y del Rector de la Universidad, presenciaron el corte de listón con el que se iniciaba la solemne ceremonia.
Padres de familia y profesores atestiguaban atentos el acontecimiento, mientras los alumnos, futuros esclavos, pasmados se veían unos a otros con cierta aflicción; al entrar a escena aquella corte de funcionarios, los aplausos no se hicieron esperar, el primer que lo hizo fue el propio Ministro de Educación, quien levantaba los brazos en señal de recibir  tumultuaria ovación.
Un autobús de lujo repleto de empresarios, había llegado poco antes, del que descendieron cincuenta famosos potentados, directores y gerentes de la industria establecida en aquella próspera región.
Los valores de un buen esclavo no deben confundirse, su entrega incondicional es fundamental, toda la serie de preceptos que deben cumplir los esclavos, será garantía para su sobrevivencia a lo largo de su existencia.
Ningún derecho a nada, si algo se les brinda será por el altruismo del patrón considerado como su amo, solo deberes, responsabilidades  y obligaciones como puntualidad, asiduidad, resistencia, resignación, obediencia, disciplina y eficiencia serán las directrices. Se les exigirá que estén permanentemente agradecidos por la generosidad de los propietarios.
Huelgas y sindicatos, paros y exigencias quedan prohibidos, nada de incrementos salariales ni prestaciones de ninguna especie, vacaciones quedan anuladas, los castigos por insolencia serán mortales, prisión para alborotadores, cualquier rumor reivindicativo será sancionado con penas judiciales para quien los inicie.
No habrá pago de horas extra, las jornadas laborales podrán extenderse tanto como el negocio lo requiera, cualquier esclavo que sufra una enfermedad o un accidente, será sancionado con penas de cárcel de 1 a 3 años, en caso de reincidir se les recluirá en un campo de exterminio o de concentración y torturados mientras les toca el turno de cremación o inhumación, a criterio del capataz.
En caso de que algún esclavo logre evadir su deber y se escape, será victimado con un disparo en la cabeza, si alguno logra huir de esta caza, será perseguido por la guardia de la fábrica, con perros adiestrados para comer carne de obrero.
Todos aplaudieron a rabiar después del discurso, solo un esclavo dejó salir una lágrima de su ojo izquierdo, de inmediato un valiente custodio del Gobernador, le sorrajó un culatazo en plena cara que lo dejó allí tirado, mírenlo como quedó, ni siquiera se revuelca.          

lunes, 8 de octubre de 2018

ENGAPULAR



ENGAPULAR
Hay acciones que se ejecutan, pero no tienen nombre, se ocultan tras el mutismo, se diluyen entre distractores para inocularse subliminalmente en la interlocución con el auditorio; son conceptos que aun siendo reales, carecen de palabras en el lenguaje para referirlos, simplemente se efectúan.
Como por ejemplo: antes que existiera el léxico que define los siguientes conceptos, éstos se dieron: la sospecha, la intriga, la cobardía, la canallada, la traición, la humillación, etc. Primero existieron y después se les adjudicó un término lingüístico.  
Es decir, antes existió lo siniestro, la venganza, el rencor, el odio y el amor; solo entonces se les define, etiqueta, encapsula o describe en qué consisten.
Así el hacer complicidad involuntaria a un tercero o sea manipular subliminalmente al auditorio, al público, a un grupo de personas o a una sola, para que se asocien con el locutor, conductor, profesor o quien ejerce la palabra; no posee un léxico que defina esta acción, este verbo.
Este concepto hasta hoy anónimo, involucra el apoyo sin el consentimiento del público, sea éste uno o muchas personas, contando con su anuencia incondicional, da por sentado que quien funge como escucha, televidente, lector o auditorio en general, están conformes y de acuerdo, con lo que argumenta quien tiene la palabra, aunque sean sofismas o falacias.
Contar anticipadamente con su apoyo sin su tácita aprobación, asume que están de su lado, es actuar como si todos estuvieran de acuerdo conmigo en una polémica, mis argumentos no necesitan convencer, puesto que son sustentados predeterminadamente por el auditorio.
Esta forma de controlar la opinión hasta hoy carecía de un verbo que la nombrara,  se le designa: Engapular.



lunes, 10 de septiembre de 2018

AMOR PROPIO



AMOR PROPIO

¿Amor propio,  auto estima, qué es, dónde está?... Así pasaban los días, sintiéndose como un renacuajo salido de las alcantarillas, como un gusano emergiendo de las cloacas, aplastado como una cucaracha cualquiera.
Se escurría entre los rincones, se ocultaba detrás de los barandales, se agachaba entre los pilares para que ninguna vista lo enfocara, buscaba con vehemencia la realidad, pero ésta escapaba, se resbalaba mientras él más se confundía; a veces creía asirla con su pensamiento y ahí sujetarla para desmenuzarla y comprenderla, pero se desvanecía como humo.
Descubrió que la realidad no existe el día que se miró en el espejo de su alma, había querido complacer a los demás, satisfacer sus expectativas, obedecer sus críticas, y se preguntaba: ¿Cómo conquistar su aprobación? ¿Qué pensarían los otros de su presencia? ¿Cómo hacer para que lo aceptaran? Haría todos los esfuerzos necesarios para su beneplácito, porque ellos eran sus jueces, su felicidad dependía de su veredicto, siempre había estado pendiente de sus gestos de reprobación, de su descalificación y así había actuado, tratando de cosechar sonrisas y lo que había conseguido era su desprecio.
¿Les gustará mi estilo? ¿La manera como hablo, como me desenvuelvo, la forma como me desempeño en la vida, qué opinarán de mi cara y de mi cuerpo, de mis humores y defectos? ¿Cómo quieren que me vista, cómo deberé caminar, moverme, dormir, despertar? ¿Qué dirán de mi forma de ser?
Descubrió una noche que nadie había, que aquel jurado era solo un puñado de fantasma que habitaban bailando dentro de su cabeza, que eran solo el reflejo de sus miserias.
Caminaba taciturno y cabizbajo entre aquellos viejos callejones llenos de basura y soledad, su derrotada figura se transparentaba en aquellos aparadores raspados por el tiempo, la suciedad era su escudo, la mugre lo opacaba, algunas moscas revoloteaban entre sus barbas, caían de su cabeza greñas repletas de tristeza.
Así apachurrado deambulaba, siempre mirando al suelo, de vez en cuando algún roedor cruzaba entre sus guaraches, pero él con su típica indiferencia los ignoraba, en otras ocasiones algún perro callejero lo orinaba sin recato, pero él ni se inmutaba, seguía arrastrando su sombra por esos arrabales donde acostumbraba echarse a ver pasar el tiempo.
Ya no rezaba ni imploraba ayuda, sabía que era en vano, tampoco pedía limosnas, era inútil, además no se merecía caridad alguna, ni lástima de nadie, su dignidad había quedado sepultada entre los desperdicios de un hotel de mala muerte, no quería ni perdón ni bendiciones, era un perdedor perenne, el último de la lista, no valía nada!
-No soy nadie- se repetía mil veces durante el día, no soy nadie,  se lo decía constantemente, así iba destruyendo lo que de él quedaba, soy un miserable, hijo de la pobreza, amante de la mala suerte, socio de la pereza y  discípulo de la desvergüenza. Se solazaba en la depresión más profunda, se azotaba con lánguida melancolía y ahí se estacionaba para solo permitirse emitir unos lamentos de aburrida nostalgia.
No, no merecía vivir, hubiese querido morir desnudo o envuelto en una sábana sanguinolenta húmeda de pena, pero le trajeron y le abandonaron a merced de su desdicha, a los cuatro vientos huracanados le aventaron, sin propósito, sin destino, sin explicación alguna.
Se seguía diciendo: Heme aquí desvalido como cuyo de laboratorio sin saber cómo ni cuándo llegará mi turno, me destazarán poco a poco (?) o me mantendrán enjaulado en este valle de inmisericordia por una eternidad (?).
Por qué le trajeron (?) de quién fue la absurda idea (?) Se lo ha preguntado al sol, a la luna y a las estrellas y se han quedado calladas de vergüenza, porque tampoco lo saben en su sabia ignorancia.
Permanece así aplastado como una mala replica de humano, como un ser caduco, extemporáneo, hueco como un viejo árbol caído. Cada vez su ignorancia se agranda, de él nada quedará, sus restos no son algo, eran simplemente una insólita vibración apagándose.
 No quiere recuperar la cordura, prefiere mantenerse loco, desquiciado, es más cómodo ser irresponsable y no reaccionar ante los embates de la muerte que le asalta a cada momento.
No, ya no quiere pensar con lógica aristotélica, quiere despedazar la razón, destrozarla a patadas, desintegrarla con atropellos de locura. Avanza en reversa, viendo cómo se estrello con un racimo de planetas que pertenecen a otra galaxia, la Vía Láctea es aburrida, tediosa, cansado está de sobrevivir en ella, la ha recorrido de esquina a esquina, siempre entra por el mismo rincón, humeando, apestando, rumiando ponzoña y mentiras que no llegan a nada.
Los espantos dan la mano, invitan al pardo olor de sus humores, rosan como fantasmas los esqueletos lívidos de abandono y soledad, nada resta por seguir, paró las cuerdas, estrujó la vida, maldijo el pudor de las vírgenes que adoloridas se arrastraban en los umbrales del perdón.
Allí quedaron las huellas de sus garras, a lo desconocido aferradas, ladrando eufóricas, solas, pudriéndose en su fértil esplendor, porque no hay quien las escupa de frente, todo lo que necesitan es para siempre morir.
Cansado de vivir camina al final de su exultante aventura que ya agota su repertorio de gracias y desgracias ¿Quién interpretará la sinfonía perecedera?
Los músicos han abandonado la orquesta, los instrumentos yacen vacíos, ahí quedaron las trompetas de los ángeles que han elevado su vuelo para alcanzar otras estrellas donde escuchen sus agrios cantos, allá quedaron los tambores tirados sin alguien que los repercuta al ritmo del nuevo nacimiento, guitarras que semejan tumbas silenciosas, porque no hay quien tense y toque sus acordes, los violines esconden su llanto entre las maderas, el piano ya no se queja con sus teclas  como dientes anglicanos, el órgano está apagado, no sopla su estruendo melancólico por falta de aliento, la tristeza cubre los altares, bancas y púlpitos; los confesionarios vacíos de secretos, los pecados se han apolillado, la fe quedó enterrada en los sepulcros del pasado.
Fue un prófugo del demonio, se escapó escondido en esos harapos, pasó desapercibido ante su fulminante mirada. Dios con su sequito de guardianes no le dio la espalda, lo encontró allí desvanecido, le pidió perdón en nombre de sus hijos, hoy cantamos todos a capela la gloria del cielo, Dios ríe a carcajada batiente y él atónito se da dos o  tres golpes en el pecho.
  
 

martes, 4 de septiembre de 2018

LAS ORDENES DE DIOS


LAS ORDENES DE DIOS

Dejar ir la locura, morir en ella es mejor que agonizar lenta y dolorosamente en la cordura tan altamente ponderada por todos.
¿Dónde hay más felicidad? Ahí me anclo, con ella me voy como rémora, perdiendo la típica razón, me ausento en lo cuántico, donde no hay ni espacio ni tiempo, donde no existen los lugares ni las horas, donde todo está en todo.
Me pierdo en la muerte, porque la amo, porque yo soy la muerte misma; a nadie le gusta hablar de mí, les da miedo, tiemblan al imaginarme, se espantan tan solo al mencionar mi nombre; saben, no obstante que aunque me pospongan con amnesias tontas, caerán contagiados de mis mieles.
Tienen que empezar a quererme aunque ni a la vida entienden, ¿cómo me van a entender a mí, a la muerte? No hay más muerte que yo, siempre he estado aquí, junto a ustedes, a su lado, muy junto, muy presente, no sé ausentarme.
Se aferran a la vida, a sus pertenencias, a sus comodidades, a sus existencias   acartonadas diseñadas en Hollywood.   
Me enloquecen las erupciones, los huracanes, los terremotos, las guerras, las revoluciones, las hambrunas, las sequías prolongadas, las epidemias, las plagas, pero sobre todo la vejez y las enfermedades.
Soy enemiga de las medicinas, los hospitales y las enfermeras; no se diga ya de los médicos; solo tolero aquellos que practican la eutanasia. Me gustan los violentos, los broncos, los insolentes y los altaneros; también los delincuentes, los policías y los ladrones.
A quienes más admiro es a aquellos que se atreven a morir, a ser también muerte, sin miedos; el horror a mí es absurdo y nefasto; si ustedes supieran lo que soy, me anhelarían, sabrían lo que es dejar la carga del espacio y el tiempo, vagar en el vacío cuántico.
Allí desaparece el apego a esa realidad ficticia, que es la vida efímera, vida que no es mi enemiga, sino mi hermana gemela, mi otro yo la vida, somos inseparables, sin ella no existo; lo que ella da, yo lo quito.
Son las órdenes de Dios  


SÍNTOMAS



SÍNTOMAS

Buscaba el síntoma, - ¿dónde lo encuentro?..- Se preguntaba- cómo lo logro – se decía –
No, no me importa qué sea lo que lo provoque ni qué cosa sea lo que lo  cause. ¡Quiero el síntoma!
¿Cuál? - le pregunté – a lo que me respondió de inmediato: - ¡la felicidad! Es todo lo que busco, no puedo tenerla ni disfrutarla, se me niega, me rehúye, me evade, se me escabulle.
El síntoma es el resultado, es lo real, lo valioso; - no quiero un efímero síntoma que sea solo un relámpago, quiero la felicidad definitiva, la permanente-.
Sentir tranquilidad en la mente, serenidad en el alma, armonía en el espíritu, para mí que soy el señor dueño de ellas y de este cuerpo; quiero reposar aquí dentro de esta piel, entre estas carnes, por estas venas, en estos órganos, bajo estos sistemas envuelto, con la sensación de sentirme satisfecho de existir en concordia con el universo y en armonía con el flujo de la vida.
-         ¿Cómo puedo lograrlo Doctor? – me preguntaba- no quiero esperar hasta que llegue la muerte para sentir la paz que exijo.  He probado con toda clase de drogas: estupefacientes, analgésicos, narcóticos, vinos y pócimas mágicas, pero sus efectos no me han convencido, siempre me dejan sediento de felicidad, en cambio he sufrido sus nefastas consecuencias colaterales.
-         Tengo hambre de felicidad, de placer, de sanar para siempre mi alma enferma.  Doctor, dígame ¿cómo le hago? Por favor…  


lunes, 27 de agosto de 2018

EMOCIONES


EMOCIONES

Palabras sabias salidas del dolor de la experiencia, fueron pronunciadas por el amor de mi vida Clara Estela, maravilloso ser lleno de besos amorosos.  Dijo ella: No hables con el cerebro, deja la razón mientras el corazón  manifiesta la emoción. Detén el pensamiento racional, deja salir el sentimiento profundo que yace en el fondo del interior, permite escapar esa sensación reprimida por tanto tiempo.
Que hable el espíritu, que se revele el alma inconsciente, que escape lo que hace vibrar al hombre, que las palabras no obedezcan guiones preestablecidos, que las frases emerjan de sus escondrijos, que rompan las cadenas, que se quiten los grilletes, que se deshagan los nudos que por tanto tiempo ataron tu garganta, que las ideas sucumban ante las lágrimas, que llore el espíritu.
Exprime esos recuerdos inhibidos por la represión, por la vergüenza, por la pena.. Dilo, dilo!  Sin restricciones, grítalo a los vientos, cántalo al aire, que tu voz retumbe en los acantilados, que su eco rebote en las cañadas, no pares de elevar el tono, que se oiga en las tumbas de todos los cementerios, que levanten sus antenas los muertos, que se den cuenta las montañas, que retumben los mares, porque hoy tú has hablado!


viernes, 11 de mayo de 2018

CONTRASTES


CONTRASTES

Esta sensación de placer y bienestar que me invade por entero no viene más que de mi armonía interior y muy personal; de lo íntimo de mi espíritu, de lo más profundo de mi alma, de ahí surge esta alegría que se expande por todo mi cuerpo.
No importa que esté en medios de esta cloaca pestilente, de este tugurio repugnante plagado de telarañas e insectos voraces, no le hace que este frío hiele la sangre, que caigan incesantes hilos de tierra sobre mis hombros y que la oscuridad sea la sombra que ciegue mis pupilas.
Así pensaba aquel hermano enclaustrado por el infortunio que golpeaba su destino inmisericordemente.
Otros pensamientos inversos se elevaban al cielo al mismo tiempo, eran de alguien que sufría angustia indescriptible, acompañada de tremenda ansiedad que le robaba la vida a pedazos con desesperación aun estando en su lecho de rosas, rodeado de fragancias celestiales, caricias y besos de bellísimas doncellas, rodeado de brocados de espléndidos colores y exquisitos vinos provenientes de los viñedos más excelsos de los huertos consentidos de la tierra.
Ahí estaba postrado, empapado en amargo sudor, golpeándose la cabeza contra el mármol finísimo de carrara y mirando los tesoros de su alcoba, pero con un nudo en la garganta, lleno de terror.  

lunes, 2 de abril de 2018

DÉFICIT DE ATENCIÓN



DÉFICIT DE ATENCIÓN

Deambulaba sin rumbo en aquellos valles desérticos cuando llegué al pueblo ya tarde, poco a poco me percaté del fenómeno, nadie me escucha con atención; sí, oyen mis palabras, pero como si les entraran por un lado y le salieran por el otro; no les interesa en lo más mínimo lo que diga el otro; me adentré un poco más en el síndrome, cuando me di cuenta que entre ellos tampoco se escuchan, cada quien habla pero nadie atiende.
En el pueblo todos los aldeanos argumentan sus respectivas observaciones e interpretaciones al aire, aunque vayan directamente dirigidas a un interlocutor, que aparece como ido en su propio lenguaje al mismo tiempo parlando. ¿Se habrán vuelto sordos?- me pregunté.
Nadie conversa, cada uno desde su versión personal habla a nadie, pues parece que a nadie le importa lo que otros digan, lo único que vale es lo que cada quien piense, sienta o hable.
Es el centralismo pre coperniquiano que impide la evolución natural y sana, al tomar conciencia que no somos el centro, sino una parte más.
 Nadie está dispuesto a escuchar, todos interrumpen la comunicación que debiera fluir armónicamente y captada con interés por oídos atentos; pero algo pasa con la atención, se desenfoca ipso facto, pierde la referencia, se vuelve a concentrar, se desconecta del mensaje exterior y reconecta con su propia historia personal.
La comunicación rota y por tanto roto tanto el mensaje verbal como corporal.
El déficit de atención cunde por todos los rincones del pueblo, las preguntas se evaden, las respuestas se quedan en suspenso, los comentarios se pierden entre las piedras, los consejos se extravían en lo ignoto, las ideas se tronchan antes de acabar de formularse; los puntos de vista se desbaratan al no haber donde ventilarse, las consideraciones personales se devalúan al empezar a pronunciarse, pues se sabe que caen en terreno estéril.  Aquí ¡Todos saben todo!
Las voces solo van de dentro hacia afuera sin que haya alguien que las capte, a nadie le interesa lo que piensen o digan los demás, lo único que en verdad importa es lo propio, lo que cada quien piense o diga.
Un autismo funcional para el paciente del Déficit de Atención.
Busqué por todo el pueblo alguien que me escuchara con atención; solo la ponían cuando ofrecía comprarles, pagarles o darles algo; cualquier otro tema carecía en absoluto de interés.
Aquí nadie platica sus cuitas, es en balde; nadie relata sus aventuras, es inútil, nadie narra ni cuentos ni historias y si lo hacen no hay quien escuche, pues cada quien pregona su propia leyenda.
Yo mismo me contagié y ahora mejor ya no escucho lo que me dicen, solo los oigo, para pagarles con la misma moneda.
 

viernes, 30 de marzo de 2018

LA FE


LA FE

Ellos creen en determinados dioses, se encomiendan a los santos, los más a las vírgenes; traen escapularios, hábitos, veladoras encendidas, talismanes, rosarios, cruces, medallas o la biblia bajo el brazo; se ven satisfechos, confiados en que las tales deidades vendrán en su auxilio mediante plegarias, sacrificios y los ritos que mande su liturgia.
Dejémoslos en paz, que gocen y disfruten de ese espejismo amoroso que compensa los sufrimientos; por qué decirles que se equivocan, que la fe es irracional cuando tiene efectos positivos en su ánimo, en su vida, en su salud y en su mente.
Benditos aquellos inocentes que creen a ciegas lo que pregonan desde el púlpito sus pastores; no les quitemos sus candorosas ilusiones que los mantienen sonriendo, en medio de este valle de lágrimas.
¿Quién se siente con derecho a sacudir a un piadoso y fiel creyente que, con dulzura, ofrece flores a María Santísima, o a ese que se hinca con una penca de nopal en cada rodilla para ganar los favores del Sagrado Corazón de Jesús, o del que quema incienso en honor de Jehová para calmar su ira, o del que acude a la Meca a rendir pleitesía al profeta Mahoma, o del se inclina ante Belcebú?
La fe, soporte para la adversidad cruzar con alegría, para aguantar estoicos el dolor, para encarar con dulzura el malestar, para encontrar sentido a la existencia, para aceptar los designios del destino.
¿Quién se siente con el deber de arrancar la venda de los ojos de los piadosos, de arrebatarles su candor?           

LA PRISA


LA PRISA

El tiempo trae prisa como etiqueta, siempre escasea, la civilización corre contra él,  que se aproxima cada vez más rápido, más veloz; todo tiende a cortar distancias, a disminuir el tiempo.
Intentamos hacer menos tiempo entre ciudades, entre continentes, entre pueblos, entre extremos distantes, quisiéramos estar al mismo tiempo en ambas o en todas partes como si fuésemos cuánticos.
Siempre de prisa, apurados, entre comidas prontas, para llegar puntuales, aprovechando a cronos, que es dinero. Andar a las carreras, hábito de los eficientes, la velocidad nos consume, la aceleración nos mata, nos persigue, nos corretea, no nos deja tranquilos.
Con reloj en mano llega la hora de entrar o de salir; toca la sirena, señal de cambio de turno, el timbre suena hay que empezar, se agota el tiempo, la prisa toca la puerta con insistencia, el corazón late frenético, la bilis empieza a derramarse, la adrenalina desparramarse y el cortisol a expandirse; ansia y desesperación espoleadas por la prisa se dan la mano, la vida moderna nos sonríe con una mueca de escepticismo.
Tenemos prisa, prisa de vivir, prisa de llegar, prisa de todo, prisa de morir.  

EL AEROPUERTO


EL AEROPUERTO

Vienen creciendo peligrosamente, la amenaza avanza, se expande por todos los rincones del planeta, arrasan a su paso con todo, son como marabuntas.
Se acaban las cosas, no dejan nada en pie más que basureros, su manía es consumir y reproducirse sin medida, son como plaga infecciosa que cunde.
Se desarrollan por todas partes, no escapa de su invasión ninguna tierra; contaminan los océanos, prostituyen las aguas, talan los bosques, quebrantan el delicado equilibrio maternal de la naturaleza.
Nunca se sacian, no paran de construir sus aberrantes instalaciones ni de destruir: grutas, arrecifes, playas, cauces, lagos  y selvas; en todo andan metidos, hasta la última gota de riqueza han exprimir, es la vocación del crecimiento desbocado.
Brotan aquí, allá, acullá y más allá; son manchas urbanas desmesuradas como tumores geográficos, ronchas que se concentran más a cada momento en una absurda red de perdición, núcleos de población tan exagerados y formidables, que ahí dentro no se puede dar ni un paso.   

DESFILE EN EL NOSOCOMIO


DESFILE EN EL NOSOCOMIO

La fila de pacientes y ancianos se extiende a lo largo de la espera que no avanza, muletas de todos tamaños, bastones de una, dos y cuatro patas, sillas de ruedas y camillas transitando apresuradas, abriéndose paso la broza de paramédicos y enfermeras que pasan como esperanzas perdidas entre quejas y lamentos de los derecho habientes.  Algunos se arrastran con rostros desencajados y ojos llorosos por los pasillos, jorobados, cojos, tuertos, sordos, chimuelos y ciegos parecen petrificados en un cuadro de horror.
Los gimoteos que se dejan oír invaden el ambiente clínico con humor de enfermo, las arrugas se zangolotean en cada esfuerzo, las respiraciones semejan fuelles que permiten salir perniciosas emanaciones que envenenan toda la atmósfera de penurias, gases putrefactos se esparcen en silencio después de salir de los humanos drenajes.
Las caras de dolor expresan la pena de los años cargados de enormes sufrimientos, toses, carrasperas y estornudos son el lenguaje que se escucha en este purgatorio, donde se pagan los excesos de la vida, vida que se escapa por todos los orificios de estos decrépitos moribundos entre los que me encuentro, que llenos de miedo, se pasman atónitos de incertidumbre ante la inminente parca, a la que querrán evitar en los postreros estertores, poderoso instinto de afianzarse a lo conocido.
Menesterosos, pobres y ricos por igual se retuercen intentando escapar del destino que nos espera a todos al cabo del tiempo.      

lunes, 29 de enero de 2018

ZAFAR-T


ZAFAR-T

La guerra es su vocación, el robo su profesión, el crimen su pasión, las bombas su pasatiempo, el asesinato su orgullo.
Se insultan, se menos precian, se ofenden, se amenazan; ya no esconden la mano al apretar el gatillo o lanzar la puñalada.
La soberbia ha ennegrecido la atmósfera del planeta, derribando con rabia lo que se pone en su camino, acaban con el suelo con desparpajo, soplan carbón sin medida y luego se jactan revolviéndose en esas ambulancias para ser llevados al sepulcro.
No, no aceptan que se les olvide, desean dejar su impronta de repudio. Nos arrastran en la vorágine del consumo, dentro de un destino que no escogimos, lleno de presunción, de vanidad y competencia.
Nos incitan a luchar, nos bombardean con retos, siempre desafiando el potencial que no es tuyo, te acusan, te culpan, te arrinconan, te acorralan,  te desafían a ser el mejor de la manada, te inoculan un criterio, sin siquiera  consultarte, cuando acuerdas ya sus pensamientos los hiciste tuyos, no solo te han invadido sino que como un virus metabólico han modificado tu ser, ya piensas como ellos, enfocas tu punto de vista desde su ángulo, estás en ese vórtice sin consentirlo, sin tu anuencia, no eres libre y para liberarte tienes que entenderlo.
Desde que naces estás programado para ser un tabique en la pared, un remache, un tornillo, una rondana o una tuerca en el sistema; tu calificación dependerá de qué tanto te adaptes y renuncies a tu libertad, sin la cual, dejas de ser tú.  
Liberarte, es primordialmente regresar a tu esencia pura, sacudirte lo más que puedas los valores impuestos, las costumbres tan arraigadas como degradantes, los vicios inoculados, los odios enraizados, los temores, las venganzas, las acusaciones, las culpas, las necedades, las condenas.
Para liberarte debes zafarte las cadenas invisibles que te tienen preso en los grilletes del sistema opresor capitalista, donde lo que vale es tu consumo.

LOS AMIGOS


LOS AMIGOS

Al principio recuerdo, éramos muchos, un gran equipo, una numerosa, alegre y armónica banda de colegas, compañeros, camaradas. No puedo precisar cuántos formábamos aquellos grupos, pero nos complementábamos; mientras unos reían, otros corrían, otros saltaban, otros bailaban, otros cantaban ¡éramos felices!
Eventualmente alguno se iba para luego regresar, después otros se perdían entre el agitado mundo del trabajo o buscando la vida al otro lado del continente.
Así fue mermando aquel fantástico pelotón de temerarios jóvenes que se comía el mundo, fantaseábamos con el porvenir, construíamos caminos, señalábamos trayectorias, apuntalábamos el horizonte prometedor.
Las luces estaban encendidas y nosotros por dentro incendiados de esperanza, la seguridad del mañana nos tendía los brazos y las respuestas como flechas nos llovían por todos lados.
El tiempo y la gravedad han hechos sus estragos, muchos amigos se han ido para siempre, nos queda con ellos el consuelo de saber que lo bailado, nadie nos los quita.   

ÁGATA Y LA SELVA NEGRA



ÁGATA Y LA SELVA NEGRA

Era la primera vez que la veía, me sorprendió por su excéntrica personalidad y extraña belleza, confieso que me intrigó desde esa noche, viajábamos casualmente en el mismo autobús y como era un largo trayecto hasta los confines de la Selva Negra, supongo que ambos decidimos entablar una conversación, que nos haría más ligero el viaje.  Después de presentarnos con los protocolos de rigor, me llamó especialmente la atención su plática respecto a esos sus conceptos tan radicales como impactantes, Ágata se llamaba y esto fue lo que me dijo:
-Dios solo existe para aquellos que creen en él, como yo no creo en eso, pues puede considerarme atea;  le dije que tampoco era un creyente, así que estábamos en la misma sintonía al respecto; me advirtió que no fuera a escandalizarme por lo que me fuera revelando en el camino, por supuesto le dije que eso estaba descartado, así que prosiguió con exponerme algunos de sus rasgos íntimos y definitorios.
- A mí la gente verdaderamente feliz me provoca una asco infinito, nace desde el centro de mi corazón una especie de rencor incontrolable, no soporto ver armonía en las familias, la gente satisfecha con su vida y realización, me hacen sentir mal- ¿Será que las envidio?- dijo.
Luego agregó: -Me pongo feliz con las malas noticias, se alegra mi corazón con la desdicha ajena, me entusiasmo con la desgracia de los otros, soy una adicta al penar de los otros.-
Entonces alertado por semejantes confesiones, le pregunté- el por qué gozaba con el dolor de los demás – No lo sé, algo me ocurre, cuando me entero de las tragedias por las que atraviesa el mundo, mi espíritu se ilumina -me respondió-.
-Fíjese- me confesó- tengo que contener la risa ante el sufrimiento de amigos y enemigos, soy feliz conviviendo con perdedores y desahuciados, me gusta observar a los malheridos, me solazo con la miseria de los pobres, a veces voy a las prisiones a burlarme en silencio de los presos y es mi vicio contentarme de ser testigo de los enfermos. ¿Por qué soy así? Nunca lo he comprendido, odio a los triunfadores.  Amo a los fracasados-
-Tal vez está usted muy acomplejada y múltiples engramas guarda escondidos su corazón- le dije- mirándola con recelo y especulando en mis adentros cómo me tendría catalogado.
Como es natural quise cautivarla, pues sería mi compañera todavía durante varios días en aquel transporte que nos llevaría a la Selva Negra, no quería despertar en ella la más mínima envidia, tendría quizá para obtener su simpatía, que quejarme de la  suerte y de mis achaques, pero acabaría enfermo y deprimido al llegar a nuestro destino.
Seguro no querría saber de mis conquistas, de mis triunfos, ni de mis éxitos; tendría que guardar silencio y solo emitir lamentos para ganar su anuencia.
-¿Qué hará en la Selva Negra?- le pregunté- Voy al congreso de Chamanes y Hechiceros, traigo la receta de nuevas pócimas y brebajes encantados para provocar el odio y la venganza entre quienes guardan rencillas ancestrales y aún siguen sin desahogar sus rencores y resentimientos- me respondió.
Una especie de temblor empezó a sacudir mi cuerpo, un extraño miedo recorrió mis huesos desde la cabeza hasta los pies, vi la hora en mi reloj, faltaba mucho para llegar, me estoy mareando le comenté; entonces sacó de su bolsa un pequeño frasco y me convidó a darle un trago, de ahí en adelante no he sabido de mí.             

EL MIEDO


EL MIEDO
Empezó notando que sus miedos le hacían daño al cumplirse, esos temores se concretaban, por eso hacía enormes esfuerzos de distracción; pero las imágenes irrumpían, sorprendiéndole ido y entonces daba paso a terribles escenas que lo dejaban helado.  
Los ahuyentaba con flagelos de sus miembros, como espantando esos horribles pensamientos que le presagiaban sucesos indeseables o quizá él mismo inconscientemente los invocaba con su masoquismo inherente.
¿Habría una relación entre sus premoniciones y lo que pasaba a su rededor, incluyendo las estrellas?
Sentía pavor al sospechar siquiera que sus pensamientos repercutieran en el tiempo y sonaran en alguna parte de la realidad del universo.
Muchas veces no podía evitar abandonarse, era como elevar anclas, subir las velas, soltar el timón, que la corriente sople y lleve la nave sin control, ni rumbo ni ruta fija.  A la deriva su mente se perdía en un mar infinito que podía ser tormentoso o sereno; pero sabemos que la potencia del mar es enorme e impredecible.
Así, su mente se llenaba de monstruos marinos, de seres extravagantes de luces intermitentes, misteriosos colores, inconclusas dimensiones, absurdos destellos; se dejaba ir desafiando peligros indescriptibles en los que el miedo dejaba de funcionar.
De pronto volvía en sí, regresaba de ese peligroso escape  ¿Qué había visto? ¿Por qué estaba tan agitado? ¿Venía la muerte cabalgando con su espada desenvainada cortando cabezas? Por eso se entretenía en cualquier cosa, juego, afición o distracción; así fue como buscó ayuda en sus sueños.
-No quiero saber lo que pasará, no me gusta imaginarlo, me aflige conocer       el triste destino que nos espera a todos, sin excepción- me confesó.