viernes, 20 de diciembre de 2019

LA JAULA


LA  JAULA

De pronto explotaba como dinamita, su furia se expandía por todos los rincones, su violencia ilimitada se dejaba sentir en toda la región, aquella comarca no dormía tranquila mientras ese monstruo no aplacara su rabia, borbollonees espumosos escurrían de sus quijadas, emitiendo rugidos desastrosos que permeaban los más inocentes tímpanos de aquellos lares.
De ese ser incontenible, insoportable; surgía de pronto una especie de ángel, se transformaba en el mejor de los hombres: fiel, amoroso cordial, justo sabio, comprensivo, perfecto, ejemplar.
se transformaba en el más dócil cordero, el más tímido de los ratones, el más inseguro de los mortales, así se burlaban de su mansedumbre, lo empujaban, lo despreciaban, se burlaban de su torpeza, esta vez se había vuelto demasiado frágil y empezó a sacudirse tantos abusos, tenía que darse a respetar.
Nadie lo podía imaginar iracundo y blasfemando, azotando maldiciendo, pataleando como un verdadero energúmeno; pero ya se le había acabado la fuerza a aquel ímpetu indómito, sus reservas se agotaban, se apagaba poco a poco, en los últimos estertores intentaba renacer su furia, pero ya nadie le oía, sus afónicos berridos a nadie importaban.
Ahora está durmiendo la mona en esa vieja jaula.

LOCURA


LOCURA

La realidad es un insomnio que se prolonga durante el día, afortunadamente en las noches se suspende para dar paso a los sueños, ahí despierto a esa no vida, que más parece muerte o que está tan cerca de ella como el vaho de la boca.
No me olvido de las cicatrices que me implantó el cruel destino que me heredó la historia, pero mi trineo era recio al cruzar por el viejo cementerio donde me secuestró el terror.
Recuerdo que la muerte no me daba miedo, pero si tristeza de perder la vida que tanto me enseñó; hoy, ya viejo algunas voces retumban en la caverna en la que pasé mi solitaria luna de miel, ahí donde me hice amigo de una mujer cobra, me dijo que había sido encantada, que era víctima de un hechizo milenario, así había transcurrido su muerte en medio de leyendas que cantaban gnomos y brujas.
No le creí ni la mitad de lo que me dijo, estábamos perdidos en el terreno de la locura, nuevos dolores me amenazaban con puntiagudas lanzas, los fantasmas del pasado me perseguían y mil espadas pendían sobre mi cabeza,
Unos dioses mitológicos observaban desde lo alto del olimpo mis peripecias de cordura floja, ahí permanecía encadenado el minotauro, mientras yo me extraviaba en su laberinto, cíclopes y unicornios bailaban en la arena.
Los observaba en silencio desde las puertas abiertas de Siracusa, ahí esperaba una multitud a la Reina de Jaba que, montando un mamut, se aproximaba entre trompetas y tambores anunciando su boda salomónica.
De ahí me internaron en este manicomio, desde entonces duermo y no prefiero despertar de mi locura.