jueves, 5 de mayo de 2022

LOS ANTIGUOS

 LOS ANTIGUOS

Quiero desde el hoy, dirigirme con respeto hacia los sabios y filósofos de antaño que hablaban a las multitudes en las plazas públicas, también a quienes dialogaban con  los intelectuales de la antigüedad.

Enfrentarlos y hablarles en su lengua de lo que hemos descubierto sobre el universo; no lo creerían, se irían de espaldas; decirles lo que hemos encontrado y sabemos de la materia, la energía y el espacio, de las partículas subatómicas, la relatividad, la velocidad de la luz y las distancias estelares.

Platicarles del Big Bang, la materia oscura, el campo electro magnético y la física cuántica. Charlar de los virus, las bacterias y los microbios.  Explicarles la evolución de las especies

SIMULTANEIDAD

 SIMULTANEIDAD

¡Se acaba el mundo! Gritaba el periodiquero a media calle, anunciando el diario, todos los encabezados lo replicaban en sus portadas, la gente murmuraba lo mismo, los rumores corrían por la ciudad.

¿Se acabará también el sistema solar? Se preguntaban en cafés y bares los comensales, ¿Se terminará el Universo? ¡No que era eterno y quien sabe qué!

Ya lo anunciaron en todos los medios oficiales, el propio Papa desde el Vaticano se puso a llorar en plena Plaza de San Pedro, dándose fuertes golpes en el pecho y arrodillado frente a un altar implorando clemencia al Espíritu Santo y al Sagrado Corazón de Jesús, con la esperanza que estos entes comprendieran su terror.

¿No que faltaban como cinco mil millones de años más? Espetaban cardenales, frailes, obispos y curas; ustedes que les hacen caso, musitaban unas monjas que ya traían sus hábitos desgarrados de tanto manosearlas albañiles y plomeros.

De todas maneras ya me iba a morir pronto, pensó un anciano que tendido en el suelo mordía un pepino, para mí, es exactamente igual, lo mismo que deje de existir yo a que deje de existir el universo.