sábado, 1 de mayo de 2021

LA RAZÓN

 

LA RAZÓN

La razón cayó sobre mí no sé hace cuánto, la empecé a usar y desde entonces no me deja, siempre salta ante cualquier sospecha de contradicción, me acecha en todo momento, me espía, me vigila por si infrinjo alguno de sus axiomas.

Está ahí pendiente de cualquier resbalón que cometa, no acepta excusas ni enmiendas, es exageradamente estricta, cualquier desviación de inmediato es castigada, me señala errores, me acusa de falta de rigor en mis elucubraciones, no acepta la mínima paradoja, me considera esclavo de su tiranía.

Estoy preso entre sus rectas paredes, soy reo de los barrotes de sus celdas, no me permite salir de esta cárcel donde me tiene secuestrado.

Mi libertad es coartada por su rigidez silogística, cuando apenas rasco las orillas de la fantasía, estira la cuerda de donde me tiene sujeto, su dictadura marca la ruta por la que debo transitar, no me deja ningún margen de maniobra.

Mi albedrío es como una afrenta para la razón, mi libertad no puede darse ese lujo, me tiene sometido a la lógica, sin poder siquiera voltear a ver la inmensidad de lo absurdo, me prohíbe lo imposible, me niega lo improbable, me condena a jamás escapar de sus grilletes y cadenas.

A veces pienso que la razón  es un monstruo maléfico escondido en piel de oveja, pero gruñe y ruge autoritaria; cuando en su descuido me distraigo y exploro extasiado otros mundos donde ella no impera, me manda llamar para ajustar cuentas.  

En los sueños le engaño, rompo con la razón, vago y divago entre serpientes y escaleras que llevan a mundos insólitos, a rincones inexistentes, a paisajes extraños donde se mezclan las rarezas con las incompatibilidades y con las incongruencias, donde nada tiene ni necesita explicación.

La evado, soslayado entre la opacidad me deslizo, disparo pensamientos espontáneos que no pasan por el tamiz de la cordura, ahí me solazo dibujando ideas inverosímiles, descuartizando esencias, desconectando sistemas, apostando intuiciones, desgravando principios, rechazando leyes, desvirtuando reglas.

La razón sigue ahí, siempre correctiva, juiciosa, preventiva; como un fondo de referencia para reprobar todo aquello que se aleje de su dominio; a veces corro con suerte y huyo a través múltiples vericuetos que se me ofrecen en el camino.