EL OGRO
El tiempo
daba vueltas, se enredada entre sueños y vigilia, luego quedaba atorado en
medio de estas dimensiones, a veces de espalda a veces de frente; los sucesos
se recorrían de adelante para atrás y de abajo hacia arriba, alternando indistintamente.
Lo que ya
había ocurrido podía retroceder, también era posible adelantar el pasado o retrasar
el futuro, lo anormal sucedía con mayor frecuencia que lo cotidiano, lo regular
y lo excepcional se confundía en un hipo.
Deshacer los
acontecimientos se lograba con solo desearlo, posponer y retrotraer era una
sola operación, lo divertido y lo tedioso una misma cosa; lo insólito, absurdo
e inverosímil, cobraban sentido en una lógica que no necesitaba explicación ni
entendimiento.
La consigna
era: pon la aldaba, cierra bien la entrada para protegernos del ogro que afuera
del zaguán acecha; vi la puerta entreabierta y me abalancé inútilmente a
cerrarla, demasiado tarde, pues el intruso ya estaba adentro amenazando
matarme; debí haberlo previsto y acudir a tiempo, antes de que se metiera, el
tiempo me habría ganado la carrera (?)
Fue fácil
deshacer la escena, eché andar para atrás al tiempo y el después llegó antes,
logré cerrar el zaguán e impedir que aquel ogro se introdujera y le dejé
afuera.