LA CONTINGENCIA
Desbocada en loca carrera hacia el abismo se desplaza una
carreta, el acantilado abiertas sus fauces, promete tragarse al mundo entero;
de pronto se detiene en seco la carreta, un alto inesperado salva por ahora a los
pasajeros que, sorprendidos se miran atónitos.
Bajan los disciplinados tripulantes al pedregoso terreno
donde inspeccionan lo ocurrido, todavía faltan algunas leguas del recorrido
para llegar al inminente y fatal desenlace, mismo que algunos pasajeros ya presienten.
¿Qué sucede? – exclaman los pasajeros, que se ven obligados
a suspender unos su sueño, otros su pesadilla; una avería impide al carruaje
continuar su frenética travesía.
¿Vamos bien? – Se preguntan algunos - ¿Este es el rumbo
correcto?- se cuestionan otros; al sacar los catalejos y subir a las cumbres de
los cerros aledaños, descubren que la ruta que seguían con frenesí, les lleva
directamente al precipicio.
¡Nadie puede quedarse abajo! ordena la costumbre, todos a
bordo; una vez que pase la contingencia, volveremos a emprender la marcha con
igual vehemencia hacia el abismo.