viernes, 20 de septiembre de 2019

EDÉN


EDÉN

Conozco un lugar donde nada es imposible, está regado con agua bendita de la fuente de la vida, todo lo que ahí existe es tuyo, exorbitantes parajes plenos de verdor invitan a retozar entre gardenias, rosas y azucenas, todo alrededor despide aroma de corolas, pistilos y estambres de múltiples colores, una especial frescura se esparce de los pétalos que alfombran la hierba.
Ven conmigo, ahí tejeremos un nido que nos habrá de abrazar de rubor en las noches de luna.
Conozco un lugar en el que corren los arroyos sobre  pedernales diamantinos de caprichosas formas, donde las aguas caen en cataratas y nudos de espuma pegan entre los lirios y los helechos.
Ahí abundan los duendes y las hadas, puedes encontrar unicornios pastando en la pradera,  quetzales cantando entre las ramas y el rumor de los grillos secreteando a la noche.     

LAS SOMBRAS DEL INCONSCIENTE


LAS SOMBRAS DEL INCONSCIENTE

¿Quién está más allá, en el fondo de las profundidades de lo ignoto? ¿Qué es lo que dormita en los sueños de la prehistoria de los hombres?
Ahí estaban ya las penumbras antes que el sol naciera, el frío antes que hielo, la blancura primero que la nieve y que la leche.
¡Oh! ruidos del amanecer que despiertan cada día con su cántico silvestre de amor, dulce y cariñoso aroma del azar en flor que penetra por la ventana como una delicia envuelta de misterio.
¿Qué habrá penetrado esta realidad que la convierte en duda?
¿Por qué de la oscuridad brota tanta luz? ¿Qué tienen esas hierbas para embelesar los sentidos?
Ahí están agazapados, cautos, como para sorprender con sus maravillas las caprichosas divinidades, esos entes fulgurantes que palpitan desde lo  imposible, esos símbolos eternos que no obedecen leyes ni acatan reglas lógicas, que se rebelan contra la razón, que se soslayan en el milagro permanente de la muerte.
Vasos comunicantes que enlazan los huecos vacíos de la nada y no obstante ahí tejen seres extraordinarios los misterios del futuro que no termina nunca de llegar.     

¿UTOPÍA?


¿UTOPÍA?
Sí, efectivamente, hubiera preferido que Dios se manifestara de modo permanente; hubiese sido muy cómodo, mi juicio estuviera supeditado directamente a su mandato, no podría ni tendría caso deliberar por cuenta propia, sería como un autómata actuando acorde a un programa establecido en un código del que, no tendría la menor posibilidad de escapar.
No sería responsable ni de mis actos, ni de mis decisiones; no tendría ni culpas ni faltas ni pecados, tampoco méritos; sería una vida insípida, me dedicaría a obedecer ciegamente las órdenes de la Deidad,  jamás ninguna duda alcanzaría mi pensamiento, mi criterio estaría apagado.
Me podría consagrar íntegra y exclusivamente a estar adulando y alabando al creador, reaccionaría conforme a sus deseos como amo y señor del universo, no saldría de estar bendiciendo las intenciones del santísimo.  No habría ninguna imagen de la divinidad, puesto que su presencia descendería a este plano para corregir y dar instrucciones precisas de mi proceder.
Viviría sin preguntas, todas las respuestas estuviesen reveladas en el acto, tendría la certeza de cumplir estrictamente la voluntad de Dios, no podría desviarme un ápice de la letra, ni arriesgar nunca nada, jamás se habría despertado mi consciencia, ¿para qué?....ningún caso tendría mi parecer, saldría sobrando.
Carecería de libertad, sería como un niño dependiente a merced de la autoridad de un padre celestial, la irrupción continua del creador en la vida, sería determinante en todos los actos de mi existencia.
Jamás vacilaría frente a los enigmas del destino, mi voluntad estaría castrada, sería como una piedra rodante del camino.

LA VERDAD


LA VERDAD
Siempre vivió en el engaño, le mintió la Iglesia, el papa, el cardenal y el cura; le mintió el gobierno, la historia y la gente; a ésta la disculpó, pues también sobrevivía embaucada.
La mentira se desprendía desde los orígenes, desde el génesis, todo era una falacia, quienes la habían inventado ya habían desaparecido entre el polvo de los siglos.
Detrás de las ruinas de la civilización, no había más que escombros purulentos, cargados de vestigios sangrados y huellas de guerra.
¿De qué había servido el lenguaje, si todo lo que transmitía era falso, las religiones se encargaban de distorsionar los hechos, ocultaban oscuros secretos que se perdían en los sótanos de conventos y abadías, en catedrales y templos; los latrocinios se propagaban escondidos entre traiciones y puñales, las riquezas se heredaban prostituidas por el poder y la avaricia.
Mientras más escarbaba en los cimientos de las tradiciones, hallaba más mentira, era mejor el silencio a que las palabras hablaran aberraciones.
Una tras otra se escondían las realidades, la verdad se llenó de vacío, la certeza fue una costumbre olvidada, ya nadie creía nada. Mientras más intentaba desentrañar la verdad, ésta se alejaba riendo a carcajadas.