LA VERDAD
Siempre vivió
en el engaño, le mintió la Iglesia, el papa, el cardenal y el cura; le mintió
el gobierno, la historia y la gente; a ésta la disculpó, pues también
sobrevivía embaucada.
La mentira
se desprendía desde los orígenes, desde el génesis, todo era una falacia,
quienes la habían inventado ya habían desaparecido entre el polvo de los
siglos.
Detrás de
las ruinas de la civilización, no había más que escombros purulentos, cargados
de vestigios sangrados y huellas de guerra.
¿De qué había
servido el lenguaje, si todo lo que transmitía era falso, las religiones se
encargaban de distorsionar los hechos, ocultaban oscuros secretos que se
perdían en los sótanos de conventos y abadías, en catedrales y templos; los
latrocinios se propagaban escondidos entre traiciones y puñales, las riquezas
se heredaban prostituidas por el poder y la avaricia.
Mientras más
escarbaba en los cimientos de las tradiciones, hallaba más mentira, era mejor
el silencio a que las palabras hablaran aberraciones.
Una tras
otra se escondían las realidades, la verdad se llenó de vacío, la certeza fue
una costumbre olvidada, ya nadie creía nada. Mientras más intentaba desentrañar
la verdad, ésta se alejaba riendo a carcajadas.
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