SOLO
Todos sus
compañeros de viaje ya habían desaparecido, habían muerto en el camino, en
medio de la soledad cósmica se debatía, daba alaridos, pero por más intentos
que hacía a través de los sofisticados instrumentos de telecomunicación, nadie
escuchaba sus lamentos, esos gritos de auxilio se perdían en las infinitas
distancias que separan los sistemas planetarios, bañados esporádicamente por
lluvias de meteoros incandescentes que, como bólidos infernales, cruzaban su
ruta hacia la nada.
Alguien por
ahí tiene que haber – pensaba - quizá
algo pueda apiadarse de mí, aunque sea el diablo o el mismo dios
en persona – se quejaba-
Sus berridos
por las bocinas provocaban un eco sideral que repercutía entre las nubes de
polvo cósmico, rebotando en hologramas desquiciantes que se materializaban
amenazantes para convertirse en tenebrosas luces.
Por fin se
contuvo, calmando su ansia de compañía, no encontró voces perdidas, ni humo,
ni olores, ni siquiera sombras sospechosas, únicamente su intuición lo mantenía
con alguna esperanza; pero el agotamiento y el fastidio lo durmieron, quedando así
tendido, en la cabina del propulsor atómico, que lo había trasladado a los
confines de la eternidad, donde ya no corría el tiempo.