EL PARANÓICO
Sentía que
alguien lo vigilaba todo el tiempo, noche y día, nunca se sentía liberado de
una atenta supervisión desde lo alto o desde su propio interior y conciencia,
muchos pensamientos arribaban a su mente como una avalancha y en ese torbellino
se desenvolvía o intentaba hacerlo.
-
Sé
que están atentos, no solo a lo que digo sino también a lo que pienso, nada puedo
hacer sin que intervengan- se decía-, ni cuando duermo me dejan tranquilo, se
inmiscuyen en todo, en mis deseos, en mis necesidades, en mis aspiraciones, en
mis locuras; no permiten que me aísle, que escape de su constante acecho.-
pensaba-
-No hay un
solo instante en el que no estén sobre mí- recapacitaba- ¿Cómo podré huir de
ese perenne espionaje? – se preguntaba-
- Hasta en mis
acciones íntimas me acosan, están ahí presentes, observando, criticando,
calificando, juzgando, condenando, sentenciando- ¡ya basta! – Les gritaba de
repente furioso, otras veces en silencio les creía engañar, escabulléndose
sigilosamente-
En algunas ocasiones
trataba inútilmente de desplegar un manto protector de olvido de esos
telescopios que le enfocaban, de esas cámaras que le apuntaban, de esos índices
que lo señalaban, de esos ojos que desde la sombras lo perseguían.
No había
rincón alguno en el que no estuviera expuesto, invadían hasta el último
resquicio de su madriguera, donde se ocultaba ingenuamente, pues hasta ahí era
sorprendido.
-¿Qué me
ven? – les murmuraba cuando deambulaba por calles, montes y valles- ¡ya
olvídenme!
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