LA
PARADOJA DEL CRECIMIENTO
El crecimiento económico esconde en su seno
una paradoja, es un concepto traído y llevado cotidianamente en boca de
políticos, empresarios, académicos, estudiantes, periodistas y comentaristas,
como la solución a todos nuestros problemas.
El objetivo al
que apuntan todos sus argumentos,
críticas, reformas, opiniones, consejos y excusas; es al crecimiento de la economía, mismo que equiparan con el concepto de
desarrollo, cuando que éste es limitado por las leyes naturales de la vida en
su proceso. En la naturaleza nada hay
que se desarrolle infinitamente, no así el crecimiento al que aspiran todas las
economías, que es ilimitado, como si el contexto no existiera.
En general en
cualquier sistema, cuando un subsistema crece más de lo debido, aparece el
desequilibrio del sistema al que pertenece; así los tumores malignos en un
organismo (sistema) van extendiéndose haciendo metástasis, hasta terminar con
la vida del cuerpo anfitrión.
El crecimiento
económico posee dos rostros, ambos hay que considerar para tener una visión
objetiva del fenómeno. Todas las
opiniones dirigidas en favor del crecimiento
solo ven una de las caras y éste se mide por el aumento de la producción de
bienes y servicios de la economía en cuestión, es decir por el PIB y su tasa de
incremento. Prácticamente este es el único indicador: la mejora económica, sin
tener en cuenta otros factores.
La cara amable
del desarrollo se traduce en más carreteras, empleos, fraccionamientos,
edificios, casas, fábricas, almacenes,
tiendas, transportes, puertos, aeropuertos, minas, pozos, estadios, mercancías,
empaques, transacciones comerciales, contratos, aviones, barcos, armamento; es
decir la abundancia de toda la actividad que requiere energía.
La otra cara está
representada por las consecuencias de este furor febril de crecer la economía,
como lo es la contaminación del aire, el subsuelo, el suelo, el agua de ríos,
lagos, lagunas, esteros y mares; el aumento de deshechos industriales y
hospitalarios, desperdicios, basura
inorgánica, el arrasamiento de selvas y bosques, el uso de químicos para la
producción, multiplicación y
conservación de alimentos tanto vegetales como animales, con las consecuencias
que esto representa para la salud. A la
economía per se, no le interesan los efectos producidos por su acción sobre los
recursos naturales; a su crecimiento con tendencia al infinito, menos.
Los políticos de todas las tendencias proponen
medidas para lograr la aceleración del
crecimiento; mientras mayor sea el índice, mayor será el éxito. No obstante si la economía del mundo entero
dejara de crecer, es decir crecimiento 0%, la situación sería siendo grave,
tendríamos que hacer cambios drásticos para lograr la sustentabilidad
ecológica.
Algunos de los
recursos del planeta son renovables en cierta proporción y a cierto ritmo; la
naturaleza presenta un delicado equilibrio que mantiene las ecuaciones en
determinada formulación de flujos balanceados.
Otros recursos naturales no son renovables, son inventarios que
disminuyen conforme son extraídos, es el caso de los hidrocarburos, base de
nuestra economía, misma que demanda enormes cantidades de energía para
funcionar. Las tierras cultivables se
cansan, los minerales son cada vez más difíciles de extraer, los mantos
freáticos tardan demasiado en recargarse, la congestión urbana es cada vez más
complicada. La explosión demográfica ejerce intensa presión sobre los recursos.
¿Qué pasará si
incrementamos el crecimiento económico
a un ritmo cada vez más elevado tal como lo proponen todos? Proyectando las variables al futuro, conforme
a los índices de crecimiento perseguidos, tendríamos la siguiente tabla
estadística:
Tasa de
Crecimiento Cantidad de años necesarios Año en que se
Económico. Para
su duplicación.
Duplicará
1.0% 70 2086
2.0% 35 2051
2.5% 30 2046
3.0% 26 2042
3.5% 21 2037
4.0% 17 2033
5.0% 13 2029
Existen
actividades económicas que no es conveniente frenar, son las dirigidas al
bienestar básico del hombre como salud, alimentación y vivienda; pero hay otras
que no es solo urgente frenar, sino disminuir hasta extinguirlas, como es la
industria armamentista tan en boga desde siempre y la más destructiva; la
automotriz y la extractiva. Habría que hacer una ponderación concienzuda para
determinar el costo beneficio de cada rama económica, para aplicar el decrecimiento
correspondiente, conforme a su tasa de contaminación.