martes, 27 de julio de 2021

DESPERTARES

DESPERTARES

Como se arrepentía de haber aprendido tantas mentiras, aquel acervo cultural que creía sagrado, había aceptado también mucha basura, no había filtrado solo verdades, mucho error se había colado.

Su memoria guardaba monstruosos engaños, había considerado ciertas afirmaciones falsas, tenía que borrar de su mente todo aquello apócrifo que le había llevado a concluir distorsiones históricas al irse con el engaño por ingenuidad.

Acontecimientos dudosos que no habían ocurrido y habían trastornado su criterio y su conducta, rumores que habían corroído su espíritu, recuerdos insertados por solo sospechas, ficciones que habían pasado como realidades, bochornosas suposiciones que le habían atormentado y que resultaron ser solo pamplinas.

¿Por qué había creído semejantes patrañas? -Se preguntaba- ¿Cómo era posible que cayera en esas trampas? – Mordí el anzuelo – se recriminaba, haber sido presa fácil de los chacales de la palabra ¡Era inconcebible!-

Toda una vida envuelto en un torbellino de fantasías ajenas, de supersticiones absurdas, de perniciosos cuentos.

Era ya muy tarde, pero había despertado, aunque sabía que todo quedaría borrado en su ya próxima mortaja.  

EL LOCO

EL LOCO

A veces se resumía en sí mismo, por entero se metía en su locura, se entregaba por completo a ella, ahí estaba el depositario de todas sus extravagancias, sus desenfrenos, sus balandronadas, sus enfermedades mentales desencadenadas en un caos, ahí se regodeaba.

La realidad aparecía tan rápida que ni su reflejo podía ver, era inatrapable, como una sombra, inútil era tratar de sujetarla.

Se refugiaba en los sueños, en los ensueños, en las alucinaciones que imaginaba, apartado en algún alejado rincón, daba rienda suelta a su cerebro, el que arrancaba con lujuria inaudita en toda clase de obscenidades y perversiones, más propia de un monstruo mitológico que de un humano.

Se le iba en aberraciones, en pasiones con bestias irresistibles, en fetiches de paja y plástico, explorando cañadas submarinas, en vertiginosos acantilados, en inmundas pesadillas, en penínsulas fantasmales, en terremotos, en erupciones, en aludes y abismos ignotos.

Subía y bajaba del infierno al cielo sin pasar por algún purgatorio, se agasajaba creando suplicios espantosos y torturas indescriptibles, bajo los rayos indecentes de una luna muerta; al calor de esos vapores se estremecía berreando y dando alaridos al contemplar las espeluznantes violaciones de reinas y princesas que se hincaban bajo su fría mirada.

Lo amarraron, se lo llevaron a una crujía, desde la cual hasta el día de hoy no ha salido.   

LA DESPEDIDA

LA DESPEDIDA

Me había cansado de existir, era ya demasiado tiempo, me aburría de tanta muerte, dolor y desasosiego; yo que tanto había disfrutado, tanto me había divertido y reído, yo el que había triunfado, ahora pedía paz, un refugio donde por fin descansar para siempre.

Había cumplido casi todos mis caprichos, me había saciado de felicidad y de placer, quizá por eso estaba harto, ya no anhelaba nada.

¿Qué quieres? -  me preguntó el dios de aquellas tierras, nada, nada en absoluto, solo que me dejen tranquilo, pero si aún me quieren dar escarmiento, mejor será que de una vez empiecen, le gruñí-.

Sé que mucho daño todavía me puede venir y más, dado mi desacato, mi incredulidad y mi desprecio a lo que llaman sagrado, quizá ya dejé atrás el miedo o tal vez aún no conozca el horror, pero qué más da, que sea lo que tiene que ser.

No fui un santo, tampoco un fiel, no fui ni asceta ni casto, fui un hombre simplemente, que absorto pasó por un instante en esta efímera existencia y punto.