DESPERTARES
Como se
arrepentía de haber aprendido tantas mentiras, aquel acervo cultural que creía
sagrado, había aceptado también mucha basura, no había filtrado solo verdades,
mucho error se había colado.
Su memoria
guardaba monstruosos engaños, había considerado ciertas afirmaciones falsas,
tenía que borrar de su mente todo aquello apócrifo que le había llevado a
concluir distorsiones históricas al irse con el engaño por ingenuidad.
Acontecimientos
dudosos que no habían ocurrido y habían trastornado su criterio y su conducta,
rumores que habían corroído su espíritu, recuerdos insertados por solo
sospechas, ficciones que habían pasado como realidades, bochornosas
suposiciones que le habían atormentado y que resultaron ser solo pamplinas.
¿Por qué
había creído semejantes patrañas? -Se preguntaba- ¿Cómo era posible que cayera
en esas trampas? – Mordí el anzuelo – se recriminaba, haber sido presa fácil de
los chacales de la palabra ¡Era inconcebible!-
Toda una
vida envuelto en un torbellino de fantasías ajenas, de supersticiones absurdas,
de perniciosos cuentos.
Era ya muy
tarde, pero había despertado, aunque sabía que todo quedaría borrado en su ya próxima
mortaja.