viernes, 29 de mayo de 2020

LAS HIJAS DE SABE


LAS HIJAS DE SABE

La historia de Nadie y de Quien, dos hermanas indómitas que escaparon de su padre, la primera un día de Junio, agarró para arriba, para la sierra, para allá de las montañas, luego ya no se supo nada de ella.  La otra al cabo de unas semanas, cogió para el otro lado, rumbo a la laguna seca.
Las anduvieron rastreando, muchos enfermaron en el intento de hallarlas, otros fallecieron en el camino, algunas viudas ya casi difuntas seguían con velas, veladoras y candiles iluminando desiertos y bosques en busca de las famosas hermanitas.
Una noche de Octubre del mismo año, se encontraron y sin estar seguras de reconocerse, se abrazaron y dijeron: -Tú, ¿quién eres? – Nadie – respondió y tú? -  Quien - respondió la otra.


martes, 26 de mayo de 2020

SADICKHo


SADICKHo

Disfrutaba al enterarse del fracaso de sus amigos, así como le daba rabia por su éxito, se solazaba con la derrota de sus compañeros pero también se deprimía con sus triunfos, se alegraba por la pobreza en la que habían caído sus conocidos y del dolor de sus vecinos.
-¿Por qué?- Se preguntaba, le daba gusto el sufrimiento ajeno, la enfermedad del otro, ¿por qué le producía una felicidad indescriptible, la desgracia de los demás? 
Los terremotos, tsunamis, huracanes, tornados, plagas y epidemias lo excitaban de tal manera, que acababa agradeciendo al cielo aquellos meteoros.
Rogaba a Dios para que mil tormentos azotaran a sus amistades y cuando recibía malas noticias de sus allegados le daba gran contento, un gozo enorme lo inundaba cuando veía escurrir lágrimas desesperadas en la gente. Saber que los demás también sufren y lloran, me consuela –decía-
No se diga de la inmensa satisfacción que sentía cuando llegaban noticias de la muerte de viejas amistades o de la agonía, sin precedentes, que había padecido algún excompañero de la infancia, algún pariente lejano o un cualquier desconocido.
Se deleitaba leyendo la nota roja de los diarios, cuando en una balacera había perdido la vida un sinnúmero de inocentes, entonces resplandecía de júbilo.
Rezaba en la capilla porque la barbarie se apoderara de una vez por todas del pueblo, le encantaba saber de tragedias donde sangre, puñales, balas y amores se mezclaran, le extasiaban los rumores y los chismes de secuestros,  crímenes, asaltos y violaciones.
Se deleitaba sabiendo los asesinatos en serie de los más connotados criminales de la historia, su casa estaba adornada con horcas, guillotinas y sillas eléctricas, por donde quiera había venenosos brebajes y pócimas negras para el hechizo, tenía talismanes de tétrico embrujo, reliquias ancestrales de sospechosos ritos malditos, usaba toda clase  de sortilegios para engatusar a las muchachas más hermosas de la región, ungüentos que excitaban a la locura a las quinceañeras que corrían a su madriguera en busca del exquisito placer con que soñaban.
Una noche se dio cuenta que era el demonio, que vivía en una caverna al fondo del infierno, donde nada nace, nada vive y nada muere.

domingo, 24 de mayo de 2020

DIVAGO


DIVAGO
Nunca podía concentrarse por más de un instante, cuando leía pensaba en otra cosa, se distraía constantemente, durante las pláticas simulaba escuchar, pero estaba en otra parte, no entendía de qué diablos discutían tan acaloradamente, por eso no intervenía, cuando intentaba averiguarlo ya estaban en otro tema, se resbalaba en lo anterior, le era imposible actualizarse y alcanzarlos, por eso siempre estaba ido.
Se quedaba derrapando en lo que podía haber sido, en lo que pudiera haber ocurrido o en lo que debió de ser, actuaba como sonámbulo, se hablaba a sí mismo como si fuera un ventrílocuo, para que los demás no se enteraran, cuando explicaba algo, no se le entendía nada, parecía un zombee balbuceando.  
Se tropezaba en todas partes, trastabillaba como esquivando minas, zigzagueando, evadiendo ranuras en el pavimento y husmeando corcholatas por la calle, cayendo en cada una de las trampas que se abrían por su camino.
En su torpe andar se apoyaba en lo que fuera encontrando, parecía a punto de caer, de pronto como que se desvanecía, su propia sombra se apartaba, para no acabar sepultada por su peso.
Olía muy mal, a rancio, a choqueaque, a viejo, como algo podrido; es que estoy enfermo y cansado; le decía a la gente que espantada huía al verlo.
Algunos de sus pensamientos pasaban sin hacer el menor ruido, otros por más escandalosos que fueran; él, desapercibido parpadeaba y quedaban borrados para siempre; sabía que si se interesaba en alguno de ellos, de inmediato se desvanecía, como un pájaro que vuela al intentar capturarlo ¿cómo los iba a entender, cómo desmenuzarlos y analizarlos? si eran tan volátiles y efímeros como él mismo.
Vivía en dos mundos, el de la realidad que nunca comprendió ni pío y el de los sueños que era aún más enigmático y complicado. Lo único que hacía bien, era divagar y lo hacía a sus anchas, sin autoridades, sin testigos, sin compromisos.

lunes, 18 de mayo de 2020

APAGÓN


APAGÓN

Aquel amigo altanero, alevoso, iracundo, colérico, avaro, codicioso, espléndido, noble, incongruente, vicioso, zángano, timorato, generoso y contradictorio; un puñado de virtudes y defectos en extraña mezcla,  ¡agoniza!

Mucha melancolía embarga el alma al verlo caer de su pedestal de cartón, ofrecía siempre brindis de amistad del que muchos se aprovechaban, casa de puertas abiertas, refugio de soledades, ha partido para siempre el reflejo de quien fue referencia anecdótica de estrambóticas andanzas.

Vaquero de feria, jinete de palo, héroe de carpa, marchante de pueblo, paliacate doblado, uña de gancho, extractor nasal, flema raspada, baba escurrida, humareda flameada, muchacho entrañable, joven decrépito, botas de aserrín, pantalla continua, anarquía extrema, basura de adorno, sabio modesto, fibra suculenta, adiós queridísimo amigo.

Compañero de campaña, aventurero perdido, bolos de arroz, junta de veredas, sillón roto, lento y violento, saliva de azúcar, sal de las tardes, dueño de nada, tiempo tardado, desperdicio de saludos.

Félix, el que casi iba a,  el que nunca llegó a, el por poco, el ya mero, el auténtico, el caprichoso, el que siempre estaba ahí, el que esperaba la llegada de los visitantes, el de memoria prodigiosa, el de las frases extravagantes, el antes di que existo, el del andar perdonando vidas, eso que ni qué.

Se apagó paulatinamente con silencioso lamento, pidió pista, descanse en paz.        



lunes, 4 de mayo de 2020

LIBERAD MENTAL


LIBERAD  MENTAL

Tenía miedo de sus pensamientos; a veces iban creciendo de apoco, otras irrumpían  de manera intempestiva, dislocando su mente, temía perder el control de lo que sucedía en su cabeza, de pronto se disparaba sin freno y como un potro desbocado transgredía todas las fronteras de la razón y la prudencia.
Le sucedía en el silencio de la tarde o podía ser en esos momentos de calma en los que parece que el tiempo se detiene; entonces,  su mente se aceleraba iniciando una vertiginosa carrera hacia territorios desconocidos, de los que era imposible rescatarla y regresarla dentro de los límites permitidos.
Extrañas figuras intentaban aparecer en su imaginación, prodigios llegados de los confines más estrafalarios del inconsciente, hacían fila o se amontonaban a la entrada de sus reflexiones, las inhibía en ocasiones con cierto éxito, otras veces sus intentos de reprimir aquellas imágenes, a veces tortuosas, fantasmagóricas o celestiales, resultaban inútiles.
Generalmente tenía frenada la máquina de la creación, el motor de sus sueños y de sus ensueños, alucinaciones disparatadas, tangenciales, obtusas que renegaban descaradamente de la norma.
Era como si dentro de una prisión estuviese en cerrado un monstruo gigantesco, un genio irredento, irrespetuoso e irreverente de todo lo autorizado por la tradición y la moral pública; se sentía avergonzado de padecer aquellas ideas que se escondían en los rincones más lúgubres de su ser.
Pero él vigilaba atento, había encargado a su consciencia coartar la libertad de toda osadía que hiciera tambalear su cordura, aplicar la guillotina apenas asomaran esas ideas estrambóticas, debía responder ante el tribunal donde se juzgaba a distancia y se acechaba en vigilia permanente, cualquier transgresión a las buenas costumbres.
No obstante estaba convencido de algún día poder liberarse de las cadenas y dar rienda suelta a sus dones espontáneos, intuitivos de creación íntima, hasta hoy secuestrados por los prejuicios de la costumbre.