sábado, 28 de noviembre de 2020

TIMIDEZ

 TIMIDEZ

Era muy inseguro, todo le daba vergüenza, cuando alguien se aproximaba, se ponía tan nervioso que ansiaba esfumarse en el acto, entonces se escabullía y descansaba; tan tímido era que no hablaba para no interrumpir ni las palabras ni el silencio de los demás, se movía con demasiada cautela, parecía solo una silueta que de puntitas apenas se desplazaba a efecto de molestar a nadie, incluso se escondía entre las sombras con el afán de no ser descubierto.

Se pasaba de silencioso y discreto, nunca quiso hacer ruido, de ninguna manera, siempre quería pasar desapercibido y lo conseguía, ya no lo tomaban en cuenta y él se decía calladitos se ven más bonitos.

Intentaba desaparecer en cada rincón, en cada cornisa, en cada sótano, en cada cueva o caverna, le gustaban los pozos para hacer su madriguera.

Era tan tímido que hallaba escondrijos en todos lados, todo le daba pena, era muy vergonzoso, le agradaba callar, su boca era una sepultura, solo le servía para bostezar, comer y de vez en cuando estornudar y toser; aunque lo hacía agachado y cubriéndose por entero con una chal.

Al fin terminó sus días, aseguran que lo sorprendieron masturbándose, se murió de vergüenza.    

LA ADVERSIDAD

LA ADVERSIDAD

En este mundo en el que vivimos no faltan las adversidades, vienen eslabonadas una tras otra dejando un hueco, acaso de vez en cuando. Los obstáculos son el pan de cada día, cuando no es uno, es otro; nunca olvidan  hacerse presentes en nuestro cotidiano afán de seguir existiendo, en momentos inesperados, de pronto aparecen.

No tardan en llegar de uno en uno o de dos en dos o en parvada, de pronto irrumpen en nuestro recreo sacudiendo nuestra tranquilidad o alterando el reposo o sacándonos de nuestro ensueño.

Jamás se ausentan de manera definitiva, caen sin previo aviso, nos tropezamos con nuestro propio pie, como obedeciendo una consigna macabra; parece ser que no le gusta vernos serenos, sigue en su complot para amedrentarnos, la adversidad se deleita en estorbar, en preocuparnos, en vernos caer de rodillas implorando clemencia.

Desde leves trabas hasta trampas patéticas, la cuestión es alterar, poner el mundo en contra, trastornar el ánimo, frustrar los planes, desinflar nuestro entusiasmo, vernos caer decepcionados; pero aun así a la adversidad hay que tomarle la medida, darle la vuelta y vencerla con frialdad y talento, si podemos.