LA ADVERSIDAD
En este
mundo en el que vivimos no faltan las adversidades, vienen eslabonadas una tras
otra dejando un hueco, acaso de vez en cuando. Los obstáculos son el pan de
cada día, cuando no es uno, es otro; nunca olvidan hacerse presentes en nuestro cotidiano afán de
seguir existiendo, en momentos inesperados, de pronto aparecen.
No tardan en
llegar de uno en uno o de dos en dos o en parvada, de pronto irrumpen en
nuestro recreo sacudiendo nuestra tranquilidad o alterando el reposo o
sacándonos de nuestro ensueño.
Jamás se
ausentan de manera definitiva, caen sin previo aviso, nos tropezamos con
nuestro propio pie, como obedeciendo una consigna macabra; parece ser que no le
gusta vernos serenos, sigue en su complot para amedrentarnos, la adversidad se
deleita en estorbar, en preocuparnos, en vernos caer de rodillas implorando
clemencia.
Desde leves trabas
hasta trampas patéticas, la cuestión es alterar, poner el mundo en contra, trastornar
el ánimo, frustrar los planes, desinflar nuestro entusiasmo, vernos caer decepcionados;
pero aun así a la adversidad hay que tomarle la medida, darle la vuelta y
vencerla con frialdad y talento, si podemos.
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