LA MENTE Y LO YA IDO
Definitivo,
la mente que yo uso es independiente a mi voluntad, ésta es mucho más débil que
la terca de mi mente, que se dispara, se va a donde le pega la gana, sin mi
permiso, como si yo no existiera, me ignora, aquí es donde me surge la pregunta
; ¿Quién ordena? ¿La mente o yo? La respuesta es evidente.
Esta disputa
entre yo y mi mente se resuelve todas las noches, cuando en vano intento
apagarla, suspender ese interminable dialogo interno en que se enfrasca,
discutiendo por sí misma, sin mi intervención, donde solo soy o testigo o víctima
de tan - a veces - bizantinas
discusiones.
Puede la
mente robar al sueño el tiempo sin cortapisas, escudriñar un supuesto, un
juicio, una hipótesis, una frustración, un engaño o un fracaso; puede mi mente
desenterrar discordias y venenos ya caducos e inertes y restregármelos en la
cara, asuntos en los que ya no puedo hacer nada, ni siquiera lamentar.
Me gana, no la
puedo someter, inútil ha sido tratar de convencerla que cambie de tema, cuando
se aferra a uno, no lo suelta, le da vueltas, le busca tres pies al gato, es la
conciencia analizando y yo que ya quiero
sumergirme en la inconsciencia.....
Se regodea
con derrotas que he sufrido, con los derrumbes, con las pérdidas; parece que la
mente se encanta de estar recreando sin restricciones las adversidades sin
ninguna consideración para mí.
Buscando la
cuadratura al círculo, intentando infructuosamente rescatar sucesos para
modificarlos, repitiendo las mismas imágenes muertas y además pueriles; pero se
restriega en ellas, se embarra en eventos ya idos.
Es como un
animal salvaje que no entiende razones, no acepta controles, solo cuando el
cansancio le llega, entonces de va callando, apagando y es cuando me deja
soñar.