EL
CHASCO
Me hubiera
fascinado que en efecto Dios existiera en alguna de sus múltiples
interpretaciones, quizá fuese la mejor la del Padre del Mesías, la que me es
más familiar por mi educación cristiana occidental.
Quizá me
hubiera conformado con alguna otra versión teísta, tal vez con Zeus, a lo mejor
con Alá, pudiera ser Osiris o en fin algunas deidades del Panteón romano, de la
alegoría tolteca o del Olimpo griego.
Sería
sensacional que los dioses estuvieran atentos a nuestros ruegos y nos ayudaran
a resolver nuestras penurias, que fuesen acompañamiento en nuestros pesares y
alegrías, que no nos abandonaran en esta soledad cósmica que nos aterra.
Que no
fueran jueces que la pasaran señalando errores, calificando conductas o
corrigiendo faltas; sino participando con nosotros en una suerte de aventura en
este paraíso terrenal.
Su presencia
imponente nos guiaría en el camino correcto, la felicidad garantizada, la
armonía y el amor como esencia de la vida y todos en concordia.
Los beatos dicen que Dios no se manifiesta ni aparece nunca, porque si no, la fe no tendría mérito ni chiste.
Pero no,
esto ha sido solo un anhelo por nuestra indefensa condición de haber sido
arrojados al mundo sin derrotero alguno, con lo único que nos quedamos es con
un chasco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario