ELUCUBRACIONES SOBRE
EL TIEMPO
¿Dónde está el tiempo? – Ya verás que lo vamos a topar más
adelante, aunque parezca que lo dejamos atrás. No tiene color, ni peso, hay
quien piensa que carece de partículas elementales, no tiene densidad ni
temperatura ni volumen. No, no es una
cosa, todo sucede en él, es impalpable, está a la espera, pasa, corre, vuela,
se regresa, se adelanta, pero nunca se estanca. Está compuesto por una cadena
infinita de redes instantáneas, de múltiples corrientes momentáneas que se
diseminan entre la eternidad y nosotros.
Caminamos mucho para llegar hasta donde dicen los brujos lo
hay en secreto, lo ocultan los hortelanos de la región cuántica, donde moran
los arcángeles, tan silenciosos como opacos, sin embargo, el misterio del
tiempo que parece ser el trasfondo en el que todo sucede, es como una bruma
insensata que contiene a la realidad.
El tiempo es acción dinámica, el paso del acontecer, no se
puede tocar ni ver ni identificar, tampoco tiene existencia absoluta ni ser
discreto. Es espera, freno, aceleración, fatalidad; jamás retrocede, avanza
siempre, es impostergable, es Cronos hijo de Urano y de Gea, padre de Zeus. El
tiempo parece que nunca se acaba de ir, pero se irá en tropel, lo han anunciado
trompeta al cielo sus detractores.
Es la duración de un movimiento, lo que tarda el amor, lo largo de una vida, lo corto del placer, lo
tedioso de una jornada que no se acaba nunca, es el ansia de llegar, es Dios, dirán
algunos, es lo que jamás termina, el constante transcurrir de los días; el
suspenso misterioso que empuja los meses, el que jala los años, vacío de todo y
lleno de nada, se oculta en los pliegues de la piel, se manifiesta en el
cansancio, es tan relativo como una fórmula sospechosa y tan extraño como la
misma eternidad.
-¿Qué es el tiempo?- Sí lo sé, pero si me lo preguntan…..no
lo sé. Resulta que todo está integrado por partículas elementales, así como la
gravedad por gravitones, el tiempo lo hace por los tempotrones, todavía nadie
los ha visto, pero todos los sienten al correr las manecillas, tan diminutos
que durante milenios habían permanecido soslayados en la historia, son
inconmensurables e ininteligibles.
Cuando descubrieron los tempotrones, de inmediato llegaron
los recueros del futuro y se abrieron los dilemas del pasado, lograron unir en
el presente lo ocurrido y lo que vendría, se empezó a dilatar la cadena de
sucesos a su antojo y pudieron reducir la creación a un bostezo.
Pudieron controlar las reacciones de los tempotrones y
obligarlos a retirarse o a acudir a su llamado, se transportaron en ellos a las
estrellas más lejanas como si estuviesen a la vuelta de un parpadeo, en cosa de
instantes se remontan al pasado más remoto.
Los tempotrones no se dejan ver por microscopio alguno, solo
se sienten en la piel y en el corazón de quien se atreve a invocarlos.