viernes, 17 de enero de 2020

FULMINADOS BAJO LA TORMENTA


FULMINADOS BAJO LA TORMENTA

No se daba cuenta que modulaba los sucesos, que cambiaba la realidad, que modificaba los acontecimientos, que detenía el próximo acontecer, que alteraba los hechos sin proponérselo, no se daba cuenta de su poder, su simple presencia era suficiente para transformar la realidad.
Me percaté poco a poco de como su voluntad se iba imponiendo en lo que luego ocurriría, todo lo que pensaba y decía se cristalizaba, se lo quise decir, buscaba la oportunidad, pues lo había comprobado no sin cierto temor.
Un día me confesó que le daban ganas de que su mujer muriera, que lo tenía harto.  En el sepelio nos encontramos, se me quedó mirando, bajé la cabeza y nos fuimos caminando al panteón, le pregunté de qué había ella muerto (?). Sacó un pañuelo y avanzó unos pasos sollozando; de tedio, me dijo, tal fue la abismal depresión que tuvo, hasta que se suicidó. 
-¿Por qué querías que muriera?- Fue entonces cuando se dio cuenta que su voluntad se cumplía fatal e inexorablemente, quedó estupefacto, impresionado y sorprendido por la potencia de ese poder, ya desenmascarado que poseía.
Yo la maté, gritó y levantó los brazos al cielo, se juntaron los nubarrones, se oscureció la tarde de manera repentina, una tempestad se desató con relámpagos y truenos que salían de la tierra hacia las alturas, yo estaba petrificado.
Ahí quedamos los dos fulminados en la tormenta.    

INSOMNIO




Con la fatiga de un día más se instaló bajo las cobijas para sumergirse en la inconsciencia reparadora de un feliz sueño, pero su consciencia encendida no lograba desconectarse de ciertos hechos recién acecidos, acontecimientos intrascendentes a la luz de la razón; no obstante esas pequeñeces lo asaltaban privándolo del descanso que tanto anhelaba.
Ya no quiso saber nada, esas insulsas imágenes lo atormentaban, inútil era borrarlas, aparecían con más ahínco cuando dando vueltas en la cama las intentaba desdibujar.  Esas escenas le atormentaban, quería apagar esas figuras que con insistencia inexplicable irrumpían su paz interior.
Luchó ardua y tenazmente contra el insomnio que lo invadía, pero en balde, era como querer apagar un incendio con un gotero. La mente lo traicionaba, en vez de comportarse como aliada lo hacía como enemiga, llegó a suplicarle en medio de la negrura y el silencio de la noche, se imaginaba postrado rogando suspender aquellas escenas que había prohibido reproducir, pero su mente continuaba torturando con el mismo flagelo una y mil veces.
Preocupaciones inicuas, pueriles, insensatas, estériles pero que lo tenían cercado, preso de su recurrencia impúdica, sacudía su cabeza en el afán de espantar aquellas ocurrencias descabelladas pero rebotaban regresando con mayor insidia.  Aparecía derrotado, perdía todo, intentaba nuevos ángulos, otras perspectivas, pero su mente no cedía sus ruegos.
Aquello no debió ocurrir, lo sabía, pero no había remedio, nada ya podía cambiar, sin embargo su mente se lo embarraba en el rostro con saña inaudita. Lo que pasó no era su culpa, hubiese querido que las cosas fuesen distintas, ya ningún arrepentimiento valía, el ayer había sido así y no había otro.
Su mente esa noche fue implacable, la noche se hizo casi eterna, no fue sino hasta el alba cuando se incorporó y de un baño de agua fría logró desbaratar aquel insomnio.     

sábado, 4 de enero de 2020


MÁS ALLÁ

Al fin de la búsqueda estaba tan desconsolado como al comienzo, las cosas lo confundían mientras más se afanaba en aclararlas y comprenderlas de una manera total.
La materia de la que el mismo estaba compuesto, resultó ser la nada, estaba vacía de contenido, su cuerpo no solo era hueco sino llenos de espacios, las células más que otra cosa eran información y sus partes elementos químicos que se entrelazaban electrónicamente obedeciendo fuerzas ignotas sustentadas por bosones.
La ciencia estaba siendo rebasada por dudas cada vez más crecientes, la materia quedaba en tela de juicio, todas las explicaciones se derrumbaban, dejando entrever solo escombros de un gran desconcierto.
Lo más patético fue que la existencia misma se alejaba, poco a poco amenazaba desaparecer, lo que no existe tendría que aparecer en algún remoto lugar donde nadie buscara nada.
La anti-materia y los hoyos negros que nada dejan salir de sus entrañas, era urgente revisar, quizá ahí durmieran algunos indicios sino la respuesta, lo que más intrigaba era el tiempo con sus tentáculos imaginarios, no obstante ya se había convertido en una irrealidad más.
Nada quedó en concreto, todo era una abstracción, la energía desconectada se movía sin dirección, se redujo el espacio a un punto infinito y el tiempo se colapsaba, mientras él reía detrás del más allá.


LOS TÍMIDOS


LOS TÍMIDOS

Los tímidos se reconocen entre ellos a leguas, son como los animales de la selva; cada vez que tienen que enfrentar a un público atento emerge el pánico escénico y una parálisis los invade, delante de un desconocido se turban hasta casi perder el equilibrio, cambian de color casi de inmediato, sienten que se les cae la cara de vergüenza y de su lengua no sale sonido alguno sino un lamento sordo que se pierde en el paladar.
No quieren conocer a nadie, ni ir a parte alguna donde pueda haber el riesgo de quedar mudos, por eso se mantienen ocultos entre las paredes de sus guaridas mentales, a veces salen al bosque, ahí se sienten libres, con los animales no tienen miedo, los tímidos caminan siempre en la cuerda floja, no conocen ni sombra de la seguridad.
Los tímidos tiemblan cuando alguien se acerca, rezan en silencio por pasar desapercibidos, están siempre a la defensiva, rehúyen todo contacto social, cualquier intento de proximidad lo toman como amenaza, esperan el insulto y el desprecio como cuota forzosa, se disfrazan de víctimas al menor indicio de conversación, eluden el diálogo como de la lepra, andan como heridos de gravedad y en su mirada se refleja un dolor fantasmal; cuando pasa de largo el transeúnte sin notar su presencia, un gran alivio les consuela.
Pueden llegar al desmayo como mecanismo de defensa, no quieren escuchar a nadie, no quieren saber de viva voz nada, prefieren leerlo y mejor de conocerlo, la voz se les corta, su sonrisa es apagada y a lo sumo fingida, no quieren que nadie los busque ni que nadie les pregunte nada, les gusta callar, moverse con sigilo, sellados los labios, sudan frío, tienen atorada la lengua, no saben pronunciar predicados, enfrente a los demás no se les ocurre nada más que salir corriendo y perderse para siempre en los matorrales.
    

ELUCUBRACIONES SOBRE EL TIEMPO


ELUCUBRACIONES SOBRE EL TIEMPO

¿Dónde está el tiempo? – Ya verás que lo vamos a topar más adelante, aunque parezca que lo dejamos atrás. No tiene color, ni peso, hay quien piensa que carece de partículas elementales, no tiene densidad ni temperatura ni volumen.  No, no es una cosa, todo sucede en él, es impalpable, está a la espera, pasa, corre, vuela, se regresa, se adelanta, pero nunca se estanca. Está compuesto por una cadena infinita de redes instantáneas, de múltiples corrientes momentáneas que se diseminan entre la eternidad y nosotros.  
Caminamos mucho para llegar hasta donde dicen los brujos lo hay en secreto, lo ocultan los hortelanos de la región cuántica, donde moran los arcángeles, tan silenciosos como opacos, sin embargo, el misterio del tiempo que parece ser el trasfondo en el que todo sucede, es como una bruma insensata que contiene a la realidad.
El tiempo es acción dinámica, el paso del acontecer, no se puede tocar ni ver ni identificar, tampoco tiene existencia absoluta ni ser discreto. Es espera, freno, aceleración, fatalidad; jamás retrocede, avanza siempre, es impostergable, es Cronos hijo de Urano y de Gea, padre de Zeus. El tiempo parece que nunca se acaba de ir, pero se irá en tropel, lo han anunciado trompeta al cielo sus detractores.
Es la duración de un movimiento, lo que tarda el amor,  lo largo de una vida, lo corto del placer, lo tedioso de una jornada que no se acaba nunca, es el ansia de llegar, es Dios, dirán algunos, es lo que jamás termina, el constante transcurrir de los días; el suspenso misterioso que empuja los meses, el que jala los años, vacío de todo y lleno de nada, se oculta en los pliegues de la piel, se manifiesta en el cansancio, es tan relativo como una fórmula sospechosa y tan extraño como la misma eternidad.
-¿Qué es el tiempo?- Sí lo sé, pero si me lo preguntan…..no lo sé. Resulta que todo está integrado por partículas elementales, así como la gravedad por gravitones, el tiempo lo hace por los tempotrones, todavía nadie los ha visto, pero todos los sienten al correr las manecillas, tan diminutos que durante milenios habían permanecido soslayados en la historia, son inconmensurables e ininteligibles.
Cuando descubrieron los tempotrones, de inmediato llegaron los recueros del futuro y se abrieron los dilemas del pasado, lograron unir en el presente lo ocurrido y lo que vendría, se empezó a dilatar la cadena de sucesos a su antojo y pudieron reducir la creación a un bostezo.
Pudieron controlar las reacciones de los tempotrones y obligarlos a retirarse o a acudir a su llamado, se transportaron en ellos a las estrellas más lejanas como si estuviesen a la vuelta de un parpadeo, en cosa de instantes se remontan al pasado más remoto.
Los tempotrones no se dejan ver por microscopio alguno, solo se sienten en la piel y en el corazón de quien se atreve a invocarlos.