viernes, 17 de enero de 2020

FULMINADOS BAJO LA TORMENTA


FULMINADOS BAJO LA TORMENTA

No se daba cuenta que modulaba los sucesos, que cambiaba la realidad, que modificaba los acontecimientos, que detenía el próximo acontecer, que alteraba los hechos sin proponérselo, no se daba cuenta de su poder, su simple presencia era suficiente para transformar la realidad.
Me percaté poco a poco de como su voluntad se iba imponiendo en lo que luego ocurriría, todo lo que pensaba y decía se cristalizaba, se lo quise decir, buscaba la oportunidad, pues lo había comprobado no sin cierto temor.
Un día me confesó que le daban ganas de que su mujer muriera, que lo tenía harto.  En el sepelio nos encontramos, se me quedó mirando, bajé la cabeza y nos fuimos caminando al panteón, le pregunté de qué había ella muerto (?). Sacó un pañuelo y avanzó unos pasos sollozando; de tedio, me dijo, tal fue la abismal depresión que tuvo, hasta que se suicidó. 
-¿Por qué querías que muriera?- Fue entonces cuando se dio cuenta que su voluntad se cumplía fatal e inexorablemente, quedó estupefacto, impresionado y sorprendido por la potencia de ese poder, ya desenmascarado que poseía.
Yo la maté, gritó y levantó los brazos al cielo, se juntaron los nubarrones, se oscureció la tarde de manera repentina, una tempestad se desató con relámpagos y truenos que salían de la tierra hacia las alturas, yo estaba petrificado.
Ahí quedamos los dos fulminados en la tormenta.    

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