sábado, 4 de enero de 2020

LOS TÍMIDOS


LOS TÍMIDOS

Los tímidos se reconocen entre ellos a leguas, son como los animales de la selva; cada vez que tienen que enfrentar a un público atento emerge el pánico escénico y una parálisis los invade, delante de un desconocido se turban hasta casi perder el equilibrio, cambian de color casi de inmediato, sienten que se les cae la cara de vergüenza y de su lengua no sale sonido alguno sino un lamento sordo que se pierde en el paladar.
No quieren conocer a nadie, ni ir a parte alguna donde pueda haber el riesgo de quedar mudos, por eso se mantienen ocultos entre las paredes de sus guaridas mentales, a veces salen al bosque, ahí se sienten libres, con los animales no tienen miedo, los tímidos caminan siempre en la cuerda floja, no conocen ni sombra de la seguridad.
Los tímidos tiemblan cuando alguien se acerca, rezan en silencio por pasar desapercibidos, están siempre a la defensiva, rehúyen todo contacto social, cualquier intento de proximidad lo toman como amenaza, esperan el insulto y el desprecio como cuota forzosa, se disfrazan de víctimas al menor indicio de conversación, eluden el diálogo como de la lepra, andan como heridos de gravedad y en su mirada se refleja un dolor fantasmal; cuando pasa de largo el transeúnte sin notar su presencia, un gran alivio les consuela.
Pueden llegar al desmayo como mecanismo de defensa, no quieren escuchar a nadie, no quieren saber de viva voz nada, prefieren leerlo y mejor de conocerlo, la voz se les corta, su sonrisa es apagada y a lo sumo fingida, no quieren que nadie los busque ni que nadie les pregunte nada, les gusta callar, moverse con sigilo, sellados los labios, sudan frío, tienen atorada la lengua, no saben pronunciar predicados, enfrente a los demás no se les ocurre nada más que salir corriendo y perderse para siempre en los matorrales.
    

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