domingo, 16 de febrero de 2020

INTRASCENDENCIA


INTRASCENDENCIA

No quería pasar por la vida así nada más, quería dejar algo, su huella, su obra, su recuerdo, un cambio significativo que lo refiriera y no transcurrir como una hoja más al viento, no perderse en la confusión de la historia inerte, deseaba dejar alguna constancia de su efímera existencia.
Buscaba que hablaran de él, ya fuese por motivos de admiración o de desprecio, lo que no soportaba era perderse en el anonimato de la mediocridad.
El tiempo corría a una velocidad que nunca imaginó en sus años mozos, ahora su vida declinaba a pasaos agigantados y nada lo distinguía del resto de mediocres, no era una celebridad, su nombre apenas aparecía en viejas listas de raya y casi borrado en las actas el registro civil, el viento de los años lo soplaba como un grano de polvo sin destino.
Hubiera merecido espléndidas biografías, una fama que trascendiera océanos y continentes, siglos y milenios, agradecimiento de pueblos y de importantes ministros, aplausos de autores y catedráticos, comentarios de sus peripecias en cafés y auditorios, referencias de su estilo de ser en los círculos intelectuales y académicos, estrofas de sus versos que se repitieran en colegios y universidades y que su pensamiento fuera guía de futuras civilizaciones.
Pero el tiempo se agotaba y ni una sola palabra, ni un rasgo de su persona, ni una sola mención de su nombre ni de su efímera existencia quedaba.

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