MI MUERTE
Preparándome a morir, a veces me doy pena, me avergüenzo de
no ser, de estar ausente de mí, de ignorar cada día más, de perder el control
de mis ideas, de extraviarme en la orfandad.
Todas las anclas que me sujetaban se han roto, los vientos
que soplaban para allá se volvieron en contra, los amaneceres se ocultan en las
noches y el cambio se estanca como la muerte.
Sé que viene, la olfateo como a un rumor extraño, oigo sus sigilosos
pasos a mis espaldas, sospecho que me
busca, que me tiene entre sus planes, que soy su objetivo, que estoy en su
mira.
No quisiera sorpresas ni intempestivas irrupciones, no
quiero que me tome descuidado, aunque me han dicho que llega cuando menos la
esperas y cuando lo hace ni cuenta te vas a dar, todos sabrán que habrás muerto,
excepto tú.
El cuerpo será solo un cadáver más, empezará a pudrirse este
prodigioso animal de inmediato, el
deterioro será vertiginoso, el olor insoportable, se habrá apagado para siempre
ese milagro que en un tiempo llevó un nombre de pila bautismal que respondía a
Luis.
Podría venir despacio, mesurada, sin gritos, sin amenazas,
tenue, silenciosa y amable como una aliada, como una novia, como la inseparable
compañera desde el nacimiento, la amiga de siempre, la más fiel de todas, la
gemela de mi vida, solo las cosas no sabrán que me he ido, si hay algo que
cierra mi existencia, es mi muerte.
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