LOS NEGOCIOS
Podría decir que la vida de los hombres se centra en los
negocios, casi cualquier actividad humana que no represente un negocio es
despreciada; son la base del entendimiento de la historia humana, Marx y
Engels, Adam Smith y Ricardo lo constatan, desde el inicio de la civilización
los caldeos, los fenicios y los chinos practicaban dicha actividad y
consideraban al comercio como la esencia de la vida.
Son la razón que incita a la acción, si no hay negocio, todo
se viene abajo, es como un fetiche oculto entre telones, un secreto a voces,
quien es buen negociante tiene su camino sembrado de éxitos (efímeros al fin y
al cabo). Es lo que da sustento a la economía, lo que marca la inversión y su
tasa de recuperación, una especie de deidad demoníaca.
Todo es negocio disfrazado de religión, política,
fabricación, salud, seguridad, deporte, sexo, descanso, entretenimiento,
trabajo, investigación, placer, guerra, delincuencia, crimen, corrupción,
banca, funerales y muerte.
La gratuidad es siempre un engaño, detrás de toda buena
acción se esconde la conveniencia, lo que se presenta como un servicio, o una
ayuda, trae consigo la mezquindad de una ventaja, la nobleza de una acción
aparentemente altruista, oculta la verdadera esencia del efecto colateral
disfrazado.
Dar sin esperar recompensa es una entelequia, ayudar sin
interés es utopía, no obstante empresas y vendedores, políticos y profesionales
presentan como únicos los beneficios directos como anzuelo, dejando perderse el
verdadero propósito de su acción, el negocio.
Hasta el amor y la paz tienen tinte de negocio.
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