domingo, 24 de mayo de 2020

DIVAGO


DIVAGO
Nunca podía concentrarse por más de un instante, cuando leía pensaba en otra cosa, se distraía constantemente, durante las pláticas simulaba escuchar, pero estaba en otra parte, no entendía de qué diablos discutían tan acaloradamente, por eso no intervenía, cuando intentaba averiguarlo ya estaban en otro tema, se resbalaba en lo anterior, le era imposible actualizarse y alcanzarlos, por eso siempre estaba ido.
Se quedaba derrapando en lo que podía haber sido, en lo que pudiera haber ocurrido o en lo que debió de ser, actuaba como sonámbulo, se hablaba a sí mismo como si fuera un ventrílocuo, para que los demás no se enteraran, cuando explicaba algo, no se le entendía nada, parecía un zombee balbuceando.  
Se tropezaba en todas partes, trastabillaba como esquivando minas, zigzagueando, evadiendo ranuras en el pavimento y husmeando corcholatas por la calle, cayendo en cada una de las trampas que se abrían por su camino.
En su torpe andar se apoyaba en lo que fuera encontrando, parecía a punto de caer, de pronto como que se desvanecía, su propia sombra se apartaba, para no acabar sepultada por su peso.
Olía muy mal, a rancio, a choqueaque, a viejo, como algo podrido; es que estoy enfermo y cansado; le decía a la gente que espantada huía al verlo.
Algunos de sus pensamientos pasaban sin hacer el menor ruido, otros por más escandalosos que fueran; él, desapercibido parpadeaba y quedaban borrados para siempre; sabía que si se interesaba en alguno de ellos, de inmediato se desvanecía, como un pájaro que vuela al intentar capturarlo ¿cómo los iba a entender, cómo desmenuzarlos y analizarlos? si eran tan volátiles y efímeros como él mismo.
Vivía en dos mundos, el de la realidad que nunca comprendió ni pío y el de los sueños que era aún más enigmático y complicado. Lo único que hacía bien, era divagar y lo hacía a sus anchas, sin autoridades, sin testigos, sin compromisos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario