LA DESPEDIDA
Me había
cansado de existir, era ya demasiado tiempo, me aburría de tanta muerte, dolor
y desasosiego; yo que tanto había disfrutado, tanto me había divertido y reído,
yo el que había triunfado, ahora pedía paz, un refugio donde por fin descansar
para siempre.
Había
cumplido casi todos mis caprichos, me había saciado de felicidad y de placer,
quizá por eso estaba harto, ya no anhelaba nada.
¿Qué quieres?
- me preguntó el dios de aquellas
tierras, nada, nada en absoluto, solo que me dejen tranquilo, pero si aún me
quieren dar escarmiento, mejor será que de una vez empiecen, le gruñí-.
Sé que mucho
daño todavía me puede venir y más, dado mi desacato, mi incredulidad y mi
desprecio a lo que llaman sagrado, quizá ya dejé atrás el miedo o tal vez aún
no conozca el horror, pero qué más da, que sea lo que tiene que ser.
No fui un
santo, tampoco un fiel, no fui ni asceta ni casto, fui un hombre simplemente,
que absorto pasó por un instante en esta efímera existencia y punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario