EL EGO, LA
CONSCIENCIA.
La
consciencia viva es el mejor de los castigos, un suplicio que nadie debía
merecer, si en la muerte la consciencia se pierde, entonces es el cielo, porque
no hay mayor bien que perderla para siempre.
El horror de
estar consciente es pasajero por fortuna y mientras más breve sea esta tortura,
mayor será la dicha, no perdamos la esperanza.
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