LA JAULA
De pronto
explotaba como dinamita, su furia se expandía por todos los rincones, su
violencia ilimitada se dejaba sentir en toda la región, aquella comarca no
dormía tranquila mientras ese monstruo no aplacara su rabia, borbollonees
espumosos escurrían de sus quijadas, emitiendo rugidos desastrosos que
permeaban los más inocentes tímpanos de aquellos lares.
De ese ser
incontenible, insoportable; surgía de pronto una especie de ángel, se
transformaba en el mejor de los hombres: fiel, amoroso cordial, justo sabio, comprensivo,
perfecto, ejemplar.
se transformaba en el más dócil cordero, el más tímido de los ratones,
el más inseguro de los mortales, así se burlaban de su mansedumbre, lo
empujaban, lo despreciaban, se burlaban de su torpeza, esta vez se había vuelto
demasiado frágil y empezó a sacudirse tantos abusos, tenía que darse a
respetar.
Nadie lo
podía imaginar iracundo y blasfemando, azotando maldiciendo, pataleando como un
verdadero energúmeno; pero ya se le había acabado la fuerza a aquel ímpetu
indómito, sus reservas se agotaban, se apagaba poco a poco, en los últimos
estertores intentaba renacer su furia, pero ya nadie le oía, sus afónicos
berridos a nadie importaban.
Ahora está
durmiendo la mona en esa vieja jaula.
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