LOCURA
La realidad
es un insomnio que se prolonga durante el día, afortunadamente en las noches se
suspende para dar paso a los sueños, ahí despierto a esa no vida, que más
parece muerte o que está tan cerca de ella como el vaho de la boca.
No me olvido
de las cicatrices que me implantó el cruel destino que me heredó la historia,
pero mi trineo era recio al cruzar por el viejo cementerio donde me secuestró
el terror.
Recuerdo que
la muerte no me daba miedo, pero si tristeza de perder la vida que tanto me
enseñó; hoy, ya viejo algunas voces retumban en la caverna en la que pasé mi
solitaria luna de miel, ahí donde me hice amigo de una mujer cobra, me dijo que
había sido encantada, que era víctima de un hechizo milenario, así había
transcurrido su muerte en medio de leyendas que cantaban gnomos y brujas.
No le creí
ni la mitad de lo que me dijo, estábamos perdidos en el terreno de la locura,
nuevos dolores me amenazaban con puntiagudas lanzas, los fantasmas del pasado
me perseguían y mil espadas pendían sobre mi cabeza,
Unos dioses
mitológicos observaban desde lo alto del olimpo mis peripecias de cordura floja,
ahí permanecía encadenado el minotauro, mientras yo me extraviaba en su
laberinto, cíclopes y unicornios bailaban en la arena.
Los
observaba en silencio desde las puertas abiertas de Siracusa, ahí esperaba una
multitud a la Reina de Jaba que, montando un mamut, se aproximaba entre
trompetas y tambores anunciando su boda salomónica.
De ahí me
internaron en este manicomio, desde entonces duermo y no prefiero despertar de
mi locura.
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