domingo, 12 de septiembre de 2021

HIPÓTESIS

 

HIPÓTESIS

Todo es mágico, porque nada entiendo, absorto estoy desde que por primera vez vi la luz.

De todo lo que me rodea en la naturaleza, nada hay que no sea verdaderamente insólito.

Veo el firmamento lleno de estrellas, fantasmagóricos mundos más allá de la imaginación, innumerables luces prendidas en el infinito, concepto del que hablo sin tampoco comprenderlo.

Nuestro planeta es mágico, aunque lo pueda medir y pesar, sus misterios y sus magnitudes no dejan de dejarme absorto; ni la Geotermia ni la Paleontología, ni  tampoco la Astronomía me dejan tranquilo, aunque me den el número exacto de átomos que contiene el Universo.

Aun habiendo dado la ciencia tanta información sobre el origen de las galaxias, ni habiendo descubierto la constante de Planck, ni el Bosón de Higs, calma mi asombro, al tan solo ver una abeja, polinizando una flor.

Son mágicos los bosques, las selvas, los desiertos, las plantas, los animales, las nubes, los mares, los glaciares, las diversas especies de vida.

La vida es una excepción en el universo, una rara, una extraña, la más mágica excepción del universo; pero no sabemos qué otra clase de excepciones contenga este universo que existe y evoluciona rumbo a su extinción, hacia su inexistencia, a su muerte. 

Pero lo más fantástico y mágico es mi cuerpo, esos millones de células que lo integran obedeciendo un campo mórfico misterioso, los órganos, los sistemas, los tejidos, todos ellos pulsando al ritmo mismo de la vida, de una resonancia enigmática.

Cómo puede ser que todos esas moléculas que unen esos átomos, en desequilibrio y en constante intercambio electrónico en una química sabia, que me permite seguir, que me deja pensar, que me facilita dormir y me da la oportunidad de reproducirme con un inconmensurable placer.

Mágicas son las funciones automáticas e involuntarias que mi cuerpo no deja de desempeñar, aunque duerma el sueño de los injustos.     

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