APECHUGAR
Pastábamos inocentemente en la pradera, ajenos a toda perturbación,
nos recreábamos con el simple estar, ahí entretenidos, con los sentidos
encendidos, recibiendo la luz y la brisa de los días que transcurrían, tan solo
el sonido del viento nos acompañaba, no nos hacíamos preguntas.
Pero nos iluminó la consciencia como regalo divino, se
abrieron ilusiones, ambiciones y esperanzas, se instaló la reflexión como
mágico don que nos pudo revelar la dicha del entendimiento, puertas a la
inteligencia, ventanas al amor, todo se llenó de flores de múltiples aromas,
formas y colores, fuimos saciados, absortos contemplábamos como la felicidad
nos invadía, satisfechos y agradecidos nos entregábamos sin dudar.
Pronto acabó el sueño para hacerme despertar en la más
horrenda y profunda pesadilla de la
realidad, que cruda, me arrebató la dicha, no puedo quedar impávido ante la
muerte de un ser, de una existencia fundamental, la esencia de mi naturaleza,
arrancar mi alma, él era mi propia carne.
Ahora me mostraba ya la realidad su verdadero rostro, sus
garras sobre mi yugular; primero fue el premio, después el castigo inexplicable de la muerte, me
arrebatan el tesoro del cielo, lo hacen en un parpadeo.
Nos dan vida, luego nos la quitan, quedamos como siempre a
la deriva, no hay de otra, que apechugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario