jueves, 25 de septiembre de 2014

MESA PUESTA



MESA  PUESTA
Cuando llegué la mesa estaba servida, ya habían salido las selvas, los desiertos estaban allí, las montañas mirando, los mares oleando, las aves cantando, los insectos moliendo, las ratas husmeando, los perros ladrando, los hombres peleando, las mujeres pariendo.
Cuando llegué los grandes errores ya estaban realizados, las injusticias se habían perpetrado; en mi ausencia se cometieron grandes crímenes tal como siguen ocurriendo, la evolución estaba en esta heredada etapa, los antropoides se habían dispersado por toda el orbe, los nómadas habían descubierto el fuego, controlaron la lumbre, descubrieron la germinación de las semillas, se hicieron sedentarios con la agricultura, siguieron ejerciendo la pesca y la caza, yo nada tuve que ver con aquello, la mesa estaba puesta.
Cuando llegué ya había barcos, trenes, coches, motores, bombas, cañones, cohetes, laboratorios, países, mapas, ciudades, pueblos, ricos y pobres, hoteles, restaurantes, ranchos, fábricas, carreteras y un sinfín de ondas hertzianas, nada tuve que ver con todo esto.
Cuando llegué aquí estaban las religiones disputándose a los dioses, criptas, sinagogas, catedrales, cementerios, ermitas, mezquitas, peregrinaciones, sacrilegios, pecados, la horca, la guillotina y la silla eléctrica,
Cárceles abarrotadas, colegios, escuelas, universidades, gobiernos y municipios; el polvo y la mugre no fueron mi invención, el cine tampoco; la ropa ya se usaba, el deporte se practicaba, los lenguajes se hablaban y la escritura estaba en los libros.
El sexo me intrigó desde el principio, es algo enigmático y misterioso, saltó de la caja de Pandora y me cautivó, los instintos me sedujeron, me empujaron al amor, a la aventura, al deleite, al placer; del sexo salí como un resorte para quedar estupefacto, así llegué, sigo sorprendido, anonadado, sin entender ¿Qué demonios hago aquí?
Ya había pasado casi todo, excepto lo que no; habían descubierto el átomo, el vino, las drogas; inventado los postres, el arroz con leche y las palomitas; también las bragas, los condones y las ambulancias. 
Como una ráfaga de tiempo, solo una momentánea ventisca que se diluye entre la neblina y el sueño; entre la vigilia, el dolor y la alegría.  Continúo tan ignorante como al principio, tan lleno de ignorancia fundamental como el primer día, la mesa estaba servida.           

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