lunes, 15 de septiembre de 2014

12 de Octubre de 1492



12 de Octubre de 1492


¿Qué festejamos? ¿Hay algo que celebrar? Tal vez si. Pero no el "encuentro de dos mundos" ni el "día de la raza", sino el inicio de la aniquilación sistemática y prolongada de las culturas originarias del continente americano, antiguamente llamado Ixachilan, inmensidad. En tan sólo 60 años desde el desembarco de Colón en las islas Caribe en 1492, entre ingleses, portugueses y españoles se asesinó a 120 millones de personas con trabajos forzados en campos y minas, esclavitud, contagio de enfermedades biológicas letales traídas desde Europa, guerras de exterminio y el absurdo religioso jamás visto: la Santa Inquisición.
Un genocidio continental. Ni en todo el siglo veinte con guerras mundiales y locales, armas de destrucción masiva, ocupaciones e invasiones se alcanza ese número de víctimas. Además, desde aquella fecha y hasta la actualidad lo cierto es que América ha perdido más de la mitad de sus bosques y selvas, y la mitad de su población total vive en pobreza. Sin olvidar que el oro y la plata, siguen extrayéndose  para enriquecer las arcas de los países del "viejo mundo", y como consecuencia aquí solo quedan suelos y aguas contaminadas. No en vano Desmond Tutu comentó para el caso de África, que igual vale para América: "cuando llegaron, ellos traían la Biblia y nosotros teníamos la tierra, y nos dijeron cierren los ojos y recen. Cuando los abrimos, nosotros teníamos la Biblia y ellos la tierra."

¿A esto le llaman festejo del descubrimiento de América? ¿Se pueden celebrar los 500 años con
semejantes atrocidades? ¿Con tan impune despojo? No, no hay nada que festejar ni nada que celebrar. Mejor reflexionemos para conmemorar desde otra perspectiva. Hagamos brillar la  memoria para recordar lo que de aquella guerra de exterminio sobrevivió para conservarlo y continuarlo. Mejor es reconocer por ejemplo, la trayectoria de pervivencia, convicción, solidaridad y conciencia de nuestros pueblos originarios. Reconocer y apoyar la lucha de resistencia que libran día a día, año con año, y de las maneras más diversas y frente a enemigos cada vez más escurridizos y tramposos. Sobre todo codiciosos y avaros. Antes el despojo fue con caballo y armadura, plomo y una cruz de madera.
Con el tiempo cambiaron las armas y los métodos pero el saqueo continuó siendo el mismo. Hoy se utilizan formas más sofisticadas disfrazadas de legalidad: tratados de libre comercio, biopiratería, guerras bacteriológicas, bolsas de valores e ideologías enajenantes y alienantes. Y la cruz está ahora invertida y es de diamantes. Se hicieron leyes internacionales y nacionales para robar con derecho y explotar con decencia, y a esto se le llamó progreso, custodiado por militares y bendecido por Dios.

¿Qué hacer entonces después de estos 500 años?
Aprender de la historia, identificarnos, dialogarnos y reorganizarnos para actuar en consecuencia.
Que este 12 de octubre hable la voz más antigua.
Que las Primeras Palabras digan.
Que se enciendan nuestros Fuegos Sagrados para expandir el humo blanco del copal.
Que toquen nuestras caracolas, las atecocolli, para convocar.
Que suenen nuestros tambores sagrados, los huehuetl, para abrir camino y ordenar.
Que se tiendan la flor y la semilla para crear y repartir alimento.
Que se ejecuten nuestras danzas guerreras y de tradición, concheras y de mexicanidad, las lakota, las quechuas y mapuches, inuit y rarámuris. 
Que se haga con ocarinas, sonajas y coyoleras el movimiento de la danza sagrada.
Que se eleven nuestros cantos hasta el Corazón del Cielo y el Corazón de la Tierra, no para pedir castigo, sino para que junto con guardianes y protectores se expanda la conciencia y siembre la voluntad para continuar con la práctica de nuestros conocimientos, nuestra sabiduría, nuestros saberes locales, nuestra cuenta del tiempo, y nuestras formas de organización y gobierno.
Que ese día, y todos los días, se conviertan en una ceremonia ritual planetaria de resistencia cultural que ejerza el derecho a la libertad, la autonomía y la vida, que se enseñe el respeto y el amor a nuestra amada Madre Tierra.
Esta es nuestra respuesta a la barbarie de siglos. Nosotros los pueblos originarios sí aprendimos de la historia y nos reconstruimos y nos reinventamos para re-evolucionar y vivir. Pero ellos al parecer no han aprendido, siguen siendo los mismos piratas de siempre, ahora de corbata y mancuernilla, casco y bombín para traficar adicciones y muerte.
Ahora decimos: no más minas a cielo abierto, no más transgénicos en nuestros campos. No más invasiones bacteriológicas e ideológicas que contaminan suelos, mentes y corazones. No más privatización de los recursos energéticos, la vida no se compra ni se vende. No más capitalismo porque es obsoleto e inhumano. No más guerras de invasión.
Por lo tanto, después de 500 años:
Sí a la autonomía
Sí a la tierra y la libertad de quien la trabaja para vivir y no sobrevivir
Sí a la unión continental con respeto a la diversidad cultural y económica
Sí a la libre autodeterminación de los pueblos
Sí a Martí, Bolívar, Canek, Jerónimo, Zapata, Morelos y el Chè.

Alfonso Nava E.


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