LA INNEGOCIABILIDAD DE
LOS PRINCIPIOS
En
nuestro mundo los negocios son el eje fundamental sobre el que giran las actividades
humanas, todo es negocio: bienes raíces, muebles, alimentos, vestido,
medicamentos, equipos de todo tipo, boletos, créditos, seguridad, salud,
diversión, deportes, drogas, vinos, servicios y cosas en general.
Se
negocia con votos, con apoyos, con opiniones, con desplegados, con sueldos,
salarios y prestaciones; se negocia con apuestas, con encuestas y estadísticas;
con franquicias, puestos, permisos, colegiaturas, comisiones, rentas, patentes,
cuotas, favores, canonjías, fórmulas, alianzas y pactos.
Todo es
materia de negociación, concesiones para todo: para casinos, aeropuertos,
explotaciones mineras, construcciones, apertura y clausura de antros y
burdeles, bares, cantinas, billares, estadios, certámenes de belleza,
campeonatos mundiales y locales, la publicidad, -¿con el amor también?- con
¡TODO!
¡Lo
único con lo que no se puede ni se vale negociar es con los principios!
Principios:
Concepto ausente, casi erradicado del acontecer político, sepultado en lo más
profundo del olvido, calificados como necedad, rigidez de pensamiento,
estrechez de mente, prejuicio paralizante dicen sus críticos.
Los
principios no se negocian y tienen que ser la guía armónica que garantiza la
convivencia entre los hombres y entre los pueblos.
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