lunes, 15 de septiembre de 2014

EQUILIBRIO PSIQUICO



EQUILIBRIO  PSIQUICO

Nuestra estabilidad emocional,  serenidad mental  o  armonía interna,  no puede estar dependiendo de la aceptación o del rechazo de los demás, no debemos estar sujetos a los aplausos o al desprecio de los otros.

La felicidad del alma no debiera estar en función solamente de las circunstancias tan cambiantes y fortuitas de la vida, desprecios, humillaciones, insultos y descalificaciones, abusos y ofensas en  el contexto que rodea, no debe dejar, más que - si acaso- leves raspones; la fuerza interior logra contrarrestar estas vicisitudes, cuando es suficiente.

Alegrías y penas, glorias y tristezas, triunfos y derrotas son propias de la existencia; más no debieran alterar significativamente nuestro ánimo, nuestra presión; esos altibajos, esas fluctuaciones pueden calibrarse con eficiencia, desde un centro interno poderoso.

Si bien es verdad que lo ocurrido a nuestro derredor afecta nuestras emociones y sentimientos, no debemos permitir que nos deprima hasta nulificar nuestra psique.

La fuerza interior tiene mayor poder para imponer su templanza, su equilibrio a fin de atemperar la adversidad o acentuar lo favorable, lo que suele suceder durante el cotidiano existir.

No podemos estar anímicamente a merced de halagos y reconocimientos, debemos manejarlos con reserva y cautela, recibirlos con magnanimidad y sin soberbia, no dejarnos llevar por los señuelos, para así no sufrir decepciones.

La felicidad es muy difícil encontrarla internamente, afuera es imposible.

Por ello es tan importante fortalecer nuestro ser interno, no quiere decir aislarlo, ni impermiablizarlo, ni blindarlo; simplemente primero explorarlo, descubrirlo y luego  arreglarlo, embellecerlo, ejercitarlo, templarlo, estabilizarlo, centrarlo, controlarlo. 

     

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