¿Qué hacer?
Que el petróleo se
agota es una verdad incontrovertible, es el energético por excelencia en
nuestra moderna civilización, un producto fósil no renovable, su explotación
irreflexiva nos ha conducido a un mundo industrializado, que no conoce límites
para su crecimiento, dentro de un planeta delimitado y sensible a su
depredación.
La dependencia del
petróleo de los países desarrollados es infinita, pero los yacimientos son finitos, razón por
la cual lo extraen y transportan desde todos los rincones del planeta, donde
todavía se encuentra y lo hacen a cualquier costo: Invadiendo (Iraq),
corrompiendo (México), fomentando golpes de estado (Libia, Egipto), acosando
(Siria), amenazando (Irán), pervirtiendo (Arabia, Emiratos Árabes, Kuwait etc.)
De una u otra forma
todos nos hemos beneficiado del energético más versátil y poderoso de la
tierra, prácticamente insustituible: Utilizado como combustible para el
transporte, para la generación de electricidad en la industria y en las
ciudades; la petroquímica presente en casi todo; es fuente de la riqueza más
grande que se haya conocido y a la vez nuestra degradación como civilización:
Guerras, calentamiento global, contaminación atmosférica, del suelo y del
subsuelo, urbanización aplastante, etc.
E.U. es el país más
urgido de Petróleo, su consumo es enorme, el crecimiento acelerado al que
incautamente apuntan las economías emergentes como la nuestra, el arribo a la
modernidad de China y la India, el consumo brutal de Europa y Japón, lo hacen cada vez más caro.
México en vez de
reservarlo y cuidarlo estratégicamente como lo más valioso que posee en su
territorio y administrarlo con el esmero y el celo que merece un producto tan
valioso, lo cede...........
En el momento en que
deberíamos atrincherarnos y defenderlo con todo el patriotismo, el nacionalismo
y la inteligencia que amerita el momento histórico presente, el Gobierno
comprado y traidor, lo ofrece a los mercaderes internacionales que con su
voracidad, infamia y astucia han forzado nuestra incipiente y fantasmagórica
democracia a acceder a sus planes seculares.
La consulta al pueblo
resulta así otra entelequia, pues como ya se ha dicho hasta el hartazgo, el
sistema político mexicanos mantiene los salarios mínimos de los trabajadores en
la subsistencia marginal para anular su voluntad. ¡Qué asco provoca la
política mexicana!
¿Qué puede esperarse de
una consulta popular, con una opinión
pública tan pobre, apática, enajenada y manipulable por la televisión y los
medios al servicio del poder?
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