lunes, 15 de septiembre de 2014

ACARREADOS



ACARREADOS

¿Sería un plantón,  protesta,  marcha, manifestación o un mitin? ¡Nadie lo sabía!

Después de una prolongada espera en la que desconcertados nos mirábamos, trepamos atolondrados en los autobuses estacionados en aquella plaza pueblerina, las puertas se cerraron y empezamos a rodar los carros, nos repartieron bolsas con lonche y un refresco, nos dieron gafete para colgarnos en el cuello y allá íbamos con rumbo incierto.

El murmullo de los pasajeros se confundía con los sonidos del video que las televisiones transmitían, al rato todos cabeceábamos de sueño y así pasó la noche.

Adormilados descendimos todavía de madrugada, tambaleando y atolondrados, nos indicaron: aquí esperen hasta nuevas instrucciones, tiritando de frío nos acurrucábamos entre la muchachada y los viejitos jorobados, mientras los pájaros de la capital, anunciaban la alborada.

Luego nos indicaron con una señal: hacia allá arremolínense y formen filas,  nos veíamos unos a otros,  todos atarantados; ahí fue cuando vi cada rostro, cada expresión de quienes me rodeaban, todos tenían algo en común, la mirada perdida, babeaban como oligofrénicos, trastabillaban tropezándose, se zarandeaban como borrachos, empujaban, yo me sujeté de un barandal, cuando una anciana se dejó caer encima de mis huesos.

Alforjas, mochilas, morrales, sombreros, chales, rebosos y huipiles, rozaban mi cara en aquel enjambre humano,  tenderetes de mercancía ofrecían sus artículos en banquetas y camellones, los merolicos no cesaban de anunciar sus respectivas mercancías:- ¡Muéganos, capirotada, malvaviscos, garapiñados, tamales, elotes, atole,  gelatinas, nieves, aguas frescas, papas fritas, tostadas, gorditas, flautas, dulces, chocolates, chicles, camisetas, gorras, sombrillas, paliacates, escudos, panfletos, discos, folletos, libros, revistas, pancartas, etc.!…

Casi aplastados por la multitud avanzábamos bajo un sol incandescente, chorreando sudor,  nos movíamos para adelante unos pasos y luego otros para atrás, al rato empezaron los gritos, eran cánticos eufóricos pero ilegibles, sin ningún sentido, confundidos con una especie de lamento que rebotaba en los edificios aledaños donde nos encajonaron.

Vi sus caras, eran como zombis, como orates recién salidos del manicomio, repetían como guacamayas lemas y rimas, versos altisonantes, ocurrencias infiltradas, gritaban discordantes consignas, dándose ánimo, indescifrables léxicos contra alguien, contra líderes, partidos, contra todo.

Luego empezaron a volar objetos, llovieron piedras, lanzaban palos, rompieron cristales, doblaron postes, arrancaron rejas, arrasaban todo a su paso.

Corrieron en todas direcciones, se dispersaban, era una muchedumbre enardecida, muecas de furia aparecían por todos lados, mujeres despavoridas lloraban buscando sus niños confundidos entre la chusma, como un alud humano en estampida, pisoteaban a los ancianos caídos, los atropellaba la desbandada, mientras ellos seguían tendidos en el pavimento.

Pendones y carteles seguían por allá desfilando, para luego arrastrar por la calle sus letras muertas, cuerdas como lianas se enredaban en los postes, las ambulancias aullaban, enormes bocinas alertaban amenazas, el barullo se confundía con el sincronizado golpeteo de las botas de los uniformados que avanzaban con sus escudos, repartiendo macanazos a diestra y siniestra, tronando cráneos que salpicaban sangre como cántaros reventados.

-¿Qué pasó?- me preguntó un anciano en medio del contingente, después le sorrajaron un toletazo y se desvaneció entre la masa.

La basura esparcida sobre el área mostraba empaques de cartón, botellas de plástico, latas, cáscaras de plátano, de naranja, de aguacate, de mango, envoltorios vacíos de paletas, servilletas enroscadas, vasos de polietileno, mazorcas, hojas de tamal, pañales embarrados, etc.    

Yo me dije: - ¡No vuelvo a venir, aunque me paguen!               
                

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