LA
RIQUEZA DE LAS
NACIONES
Su
riqueza no se encuentra en el alto índice de industrialización; sino en la alta
calidad del aire que respiran sus habitantes, en la tranquilidad con la que
caminan los transeúntes por sus arboladas calles.
Una
nación fuerte no es aquella que construye gigantescos elefantes blancos y
rascacielos enormes para agrandar sus urbes; sino aquella que hace crecer sus
bosques y selvas, la que cuida con esmero su fauna y su flora.
Un país
rico no es el que tiene gran cantidad de hospitales y ambulancias; sino esa que
promueve la salud y previene las enfermedades de sus habitantes.
No es
más rica una nación por contar con mayor y mejor equipado ejército; sino
aquella que no lo necesita; tampoco es digna de admiración la que tiene más
policías y patrullas; sino la que ha erradicado el delito de su sociedad.
Una
nación no es más rica por tener dentro de sus ciudadanos al hombre más opulento
del planeta; sino la que ha distribuido equitativamente los recursos
nacionales.
La
prosperidad de un pueblo no se mide por el coeficiente de transacciones
comerciales en un período dado; sino por el nivel general de bienestar, por la
felicidad de su población.
Más y
mejores cárceles, modernos manicomios, magnos centros comerciales, autopistas
fabulosas, impresionante infraestructura para deslumbrar a los turistas, no es
síntoma de auténtico desarrollo humano.
La
riqueza de un país, tiene que ver con el cuidado de sus suelos y subsuelos, lo
límpido de sus cielos, lo agradable de su clima, su armónica convivencia, la
risa de su gente.
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