martes, 16 de septiembre de 2014

LA RIQUEZA DE LAS NACIONES



LA  RIQUEZA  DE  LAS  NACIONES


La verdadera riqueza de las naciones no está ni en sus reservas monetarias ni su elevado Producto Interno Bruto; está en los limpio de sus ríos, en lo cristalino de sus lagos, en la transparencia de sus mares.

Su riqueza no se encuentra en el alto índice de industrialización; sino en la alta calidad del aire que respiran sus habitantes, en la tranquilidad con la que caminan los transeúntes por sus arboladas calles.

Una nación fuerte no es aquella que construye gigantescos elefantes blancos y rascacielos enormes para agrandar sus urbes; sino aquella que hace crecer sus bosques y selvas, la que cuida con esmero su fauna y su flora.

Un país rico no es el que tiene gran cantidad de hospitales y ambulancias; sino esa que promueve la salud y previene las enfermedades de sus habitantes.

No es más rica una nación por contar con mayor y mejor equipado ejército; sino aquella que no lo necesita; tampoco es digna de admiración la que tiene más policías y patrullas; sino la que ha erradicado el delito de su sociedad.

Una nación no es más rica por tener dentro de sus ciudadanos al hombre más opulento del planeta; sino la que ha distribuido equitativamente los recursos nacionales.

La prosperidad de un pueblo no se mide por el coeficiente de transacciones comerciales en un período dado; sino por el nivel general de bienestar, por la felicidad de su población.

Más y mejores cárceles, modernos manicomios, magnos centros comerciales, autopistas fabulosas, impresionante infraestructura para deslumbrar a los turistas, no es síntoma de auténtico desarrollo humano.

La riqueza de un país, tiene que ver con el cuidado de sus suelos y subsuelos, lo límpido de sus cielos, lo agradable de su clima, su armónica convivencia, la risa de su gente.   



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