NEURAS
Amanecía
y anochecía de mal humor, en aquello de media mañana era lo peor, insultaba las
cosas, la emprendió contra una pobre silla, luego le dio por patear un ropero,
después descargó su furia en una mesa, se desquitó contra los libros a los que
deshojó de un manotazo, con saña inaudita destruyó floreros y lámparas, brincó
de rabia encima de almohadas y cojines, rompió escobas, plumeros y recogedores.
Ya
exhausto se vio las manos llenas de yagas y ampollas, de sus puños descarnados
escurrían hilillos de sangre de tanto golpear las paredes, se desgarró las
vestiduras, se arrancó los pelos, se picó los ojos, trató de estrangularse con
ambas manos, se sacó la lengua, hizo añicos un espejo de espectacular cabezazo;
pero la ira continuaba hirviendo su sangre.
Tomo
aire para renovar con mayor furia su enojo, pateó el basurero, destruyó
imágenes, porcelanas y cuadros; desbarató vitrinas, vajillas, sillones y
confidentes; aplastó cajones, buros y tocadores; se enterró de todo: cuchillos,
tenedores y desarmadores; se encajó agujas, clavos y tornillos.
Metió la
cabeza en charcos, excusados, letrinas, fosas y alcantarillas; perforó a
mordidas techos, pisos y bardas; arremetió contra moscas, sancudos y cucarachas; ya jadeando de agotamiento, extenuado de
cólera, acabó renegando de sí mismo.
Al
término de unos instantes de rara calma, volvió la vista a los vestigios que su
neurastenia había dejado, parecía que un tornado había entrado por la ventana y
como un formidable remolino había acabado con el cuadro; se recostó entre los
escombros y estrenó una bonita camisa de fuerza que le había regalado su esposa
el día de su aniversario de bodas, mismo que estaban festejando en el jardín,
mientras él en un rincón de la azotea intentaba comerse las uñas con la mirada.
De ahí
lo levantaron en ambulancia al hospital siquiátrico, donde lo esperaba una
jaula de barrotes de acero, se veía demacrado, las ojeras casi le llegaban a
las mandíbulas, las comisuras de sus labios se llenaron de espuma, le
inyectaron fuerte barbitúrico en la sienes después del electroshock, ahora
languidece tendido en un quirófano donde le practican una lobotomía.
De ahí
lo llevarán directamente a moderno y costoso maniquiur.
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