martes, 16 de septiembre de 2014

SUEÑO EQUINO



SUEÑO  EQUINO

En medio de la manada de caballos salvajes yo montaba un hermoso  corcel, a todo galope ascendíamos y bajábamos colinas. Veredas y senderos eran la pista sobre la que, al viento, arrancábamos sus caricias.

Bosques y estepas se sucedían, riachuelos y frondosidades quedaban atrás para entrar en los llanos donde flores y mariposas  confundían colores,  aromas y sabores de la mente.

Casi volábamos alegres y enteros entre las rocas de inmensos acantilados, las bestias alargaban sus cuerpos  para alcanzar las curvas entrando a la pradera.

Llegamos a la zona lacustre donde el fango salpica de pantano las ancas de mi poderoso alazán, sus patas están cubiertas de lodo, manchada la crin de aquellas verduzcas algas nos deslizamos dentro de la poza.

Intenté frenarlo, alcé su cuello, jalé las riendas; pero mi equino seguía hundiéndose en las posas inefables de aquel lodazal que como ventosa nos absorbía.

Desmonté de un salto y alcancé la orilla, perplejos los demás potros observaban nuestra lucha, mi noble animal me miraba suplicante, estiré la rienda lo más que pude para evitar perderlo, pero se sumergió en la negrura del pantano.

Con toda mi alma jalaba la reata, gasté mis últimas fuerzas en el empeño para salvar mi noble caballo, lo saqué de aquellas profundidades inimaginables como un pescador a su anzuelo, la cuerda quedó enredada entre mis brazos, lo había rescatado de aquel naufragio inmundo, pero en la punta no estaba mi compañero, sino algo como un cangrejo blanquecino que me veía con ojos agradecidos, una especie de molusco transfigurado,  pegajosa concha lo cubría.

Lo salvé prendiéndole en mi hombro, acaricié con ternura su blanda piel, sus tenazas se prendieron de mi casaca agradecido y aquí lo cargo tembloroso por el susto, juntos palpitamos en silencio para resucitar entre la noche dormilona.            

No hay comentarios:

Publicar un comentario