TENSIÓN (Heimer)
Parecía
enfermo, lo notaba cuando leía sin comprender, su pensamiento divagaba perdido,
su mente incursionaba simultáneamente entre materias diferentes al de su
lectura; cuando hablaba, no hallaba las palabras correspondientes a lo que
trataba de decir, no podía expresar sus ideas, se le escapaban, cuando
intentaba atraparlas ya se habían diluido; no sabía lo que decía, su voz
desperdigada dibujaba incoherentes predicamentos.
Aunque
insistía en ordenar sus ideas, en alinearlas, en coordinarlas; revolvía los
conceptos, se extraviaba en abstracciones colaterales, confundía definiciones,
teoremas y opiniones. Abría páginas y puertas donde se perdía en un laberinto
de infinita complejidad, perdía el
control, olvidaba lo que afanosamente perseguía, entonces regresaba a su
silencio donde todo diálogo interno se apagaba.
Su
atención deambulaba entre parajes infernales para luego desembocar en
tropicales paraísos. Al mismo tiempo, se encontraba en medio de salones, de
foros, de comités, de simposios, de conferencias y tribunales donde su
participación era anunciada, pausadamente subía al atril, miraba atónito a la
concurrencia y empezaba a emitir oraciones sin sentido que el viento se
llevaba, sus discursos estaban vacíos, los contenidos confusos y las formas
descarriladas, el público se miraba azorado.
Dejó
hace mucho de entenderse a sí mismo, los sonidos articulados por su lengua solo
arrancaban sílabas de un alfabeto arcaico; hubiera querido rescatar el tema,
recuperar la tesis, defender sus argumentos, despejar las metas, enarbolar
ideas, armar predicados, determinar sujetos; pero todo estaba suelto, se veía
las manos para constatar que la pesadilla aún no terminaba, gotas de sudor
escurrían por su cuello, hasta que bajaba la guardia y se desvanecía frente a
la muchedumbre que aplaudía su silencio.
Mil
ideas pululaban como mariposas alrededor de la flor; abejas, colibrís y
ruiseñores parecían aletear sobre su cráneo, procuraba bajarlas para mostrarlas
a su auditorio, cazar esas ideas, pero al detenerlas se desmoronaban, cuando
abría la boca se esfumaban sin dejar rastro.
Exploró
inútilmente recuerdos, pero la bodega estaba vacía, carecía hasta de estantes y
pasillos, el almacén de la memoria solo contenía polvo y telarañas, envuelto en
tinieblas trastabillaba, tropezaba con el silencio, rebotaba en los rincones.
De pronto vio un punto de luz y el rumor de una catarata, era la esperanza del
aire oxigenado que se había abierto paso, en sus neuronas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario