PÁNICO SIN
CUNDIR
El clima
varía errático, las estaciones se traslapan confundidas, torrenciales
precipitaciones inundan regiones completas, sucumben bajo el lodo caminos,
aldeas, rancherías, pueblos y suburbios; el calor derrite las frescas
esperanzas de comarcas enteras en los cinco continentes; el frío congela el
ambiente con polar crudeza.
Se
agotan los energéticos, las placas teutónicas se impactan, la radiación escapa
de sus celdas, yacimientos y reservas se terminan, la gustosa economía global
se frena; el agua limpia se vuelve más cara que el oro, del petróleo casi nada
queda.
La sed y
el hambre son una pandemia, los planes de desarrollo y crecimiento arden en
llamas, los cataclismos se suceden con inusitada frecuencia y creciente intensidad;
pero los agoreros del naufragio siguen perseguidos por pesimistas y
escandalosos, para ser condenados al fuego eterno.
Los
políticos globales continúan discutiendo áreas de influencia, adhesiones, bases
militares, alianzas estratégicas, membrecías, bloques y extensiones
territoriales.
El
presidente enano sonríe frente a los cortesanos que aplauden sus reformas, en
el último arrebato de la telenovela donde finge ser héroe, inaugura monumentos de cartón, infraestructura
de bambalina y corta listones con los dientes, para estrenar tramoyas de
organdí.
Desde el
norte las fábricas de armamento a toda su capacidad, se preparan para el gran
negocio de la guerra, los líderes no les deben fallar, tienen que cumplir su
promesa, las inversiones necesitan redituar.
Las
bolsas de valores gritan sus apuestas, cotizaciones al alza y a la baja cruzan
los pronósticos, se intercambian millones de acciones, se venden bonos de
deuda, se subastan certificados de tesorería, se mueven los rendimientos.
Anuncian
la pujanza de la democracia en África, Asia, Oceanía y Latinoamérica, ya están
saliendo del retraso, pregonan los miembros de la OTAN.
Congresistas
y militantes celebran el triunfo de sus bancadas, las contiendas electorales se
perfilan, para amargar la vida ciudadana, proclaman su apogeo los capitales.
El papa se
recoge las enaguas para subir al altar donde dios se esconde dentro del
tabernáculo divino, los cardenales se maquillan y arreglan sus caireles, para asistir a la canonización
del pederasta sagrado.
La
tierra sigue girando con su eterna inercia, con su bamboleo infinito; los
animales jadean empalagados de hambre, la sed es una plaga sin vacuna, el mundo
se precipita al vacío, nadie lo ha notado, que no cunda el pánico,
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