martes, 16 de septiembre de 2014

EL COLAPSO



EL  COLAPSO

La paulatina pero inminente destrucción de todo, obedece a la 2a.- Ley de la Termodinámica, nuestro sistema solar no es excepción; pero todavía faltan muchos millones de años para que  eso suceda; mientras,  podrían las futuras generaciones humanas convivir en armonía y paz; todo dependerá de nuestra capacidad de inducir la historia por la ruta adecuada para mejor futuro, nosotros ya cruzamos el Rubicón.

La gran mayoría de los expertos en educación, en economía, en comunicación, en publicidad, en ingeniería, en mercadotecnia, en política y sobre todo en finanzas,  argumentan y alegan en defensa y apoyo a que la solución de todos los problemas de nuestro atribulado país, radica en una buena educación para las nuevas generaciones.

Ellos con toda su “buena fe”, sostienen que la Educación debe estar dirigida hacia el crecimiento económico, es decir más producción, más comercio, más servicios, más de todo (infraestructura, consumo, mercados, basureros, tala, contaminación, automóviles, fertilizantes, insecticidas, medicinas, actividad fabril, armas, venenos, todo), para lograrlo – dicen – es indispensable adecuar la educación para hacernos más competitivos en un mundo cada vez más globalizado, tenemos que aumentar la productividad de nuestra mano de obra, para así atraer mayor inversión extranjera; he ahí el secreto, tenemos que ganar a los demás países emergentes en facilidades para los corporativos trasnacionales, que ya enfocan sus baterías financieras hacia las mejores ofertas tercer mundistas, con sus miras centradas en la calidad y cantidad de los recursos naturales de sus víctimas, en lo barato de su mano de obra, en la estabilidad social de esos territorios, en los mercados posibles, en la docilidad de sus gobiernos.

La mesa debe estar puesta y para ello es necesario hacer  reformas a las leyes constitucionales, a fin de que el arbitraje de las controversias que surjan, se diriman en tribunales internacionales convenientes.  Las escuelas y los planes de estudio para los alumnos, son diseñados con el objetivo de que los egresados salgan a insertarse como anillo al dedo, como una pieza troquelada con exacta precisión a la economía en crecimiento ilimitado y depredador;  formar contingentes acríticos, esclavos ejemplares, sujetos adaptables a las condiciones que la globalización exige.

Estos planes llevan irremisiblemente a acelerar las consecuencias que ya sufre el planeta, en cuanto al calentamiento global, la contaminación de aire, agua y suelo, la explotación del hombre, la deshumanización de la vida de la sociedad, la polarización de riqueza y pobreza y especialmente a que prioricen las ganancias económicas de las trasnacionales en perjuicio de la vida del hombre. La felicidad humana ninguna importancia representa frente a la utilidad derivada de la economía en aceleración perenne.

 ¿Qué habrá de hacerse para salvar a la humanidad del colapso que ya algunos vislumbramos,  si no cambiamos radicalmente el rumbo? Creo que precisamente en la educación está la salida, la solución al problema humano: la supervivencia de nuestra especie.  Hemos heredado a través de los eslabones generacionales una serie de paradigmas tan contradictorios como absurdos, los venimos arrastrando hace milenios, no es fácil modificarlos de golpe, pues la inercia histórica nos aplasta y aniquila cualquier esfuerzo individual que se le oponga,  lo peor es que  la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta,  desea fervientemente mayor crecimiento a costa de todo.

Se educa para ganar, para triunfar, para ser líderes, para competir, para opacar oponentes, para ser engranes, tornillos o tuercas de la maquinaria que habrá de venir a contratar personal del extranjero; educar para obedecer sin criticar, para someterse sin replicar, para aguantar tensiones, responsabilidades y presiones, para lograr mayores utilidades, para hacer más rentables las empresas; esa es la consigna, es la lógica a seguir, no importa que el mundo se esté colapsando, cada quien a lo suyo, a su especialidad reduccionista.

Únicamente lo que tiene mercado hay que atender, si no hay mercado hay que generar demanda artificial mediante la publicidad y la mercadotecnia; la libre competencia es un mito, los monopolios son la realidad.  Allá en los clubs de golf se juntan a jugar los magnates,  mientras se hacen garras los trabajadores por obtener un puesto en sus fábricas.

Las generaciones que vamos de salida, las que están en tránsito y las nuevas que inician su preparación con los aberrantes paradigmas de siempre, no veremos mas que el paulatino deterioro de las condiciones de vida del planeta entero; la generación en ciernes, los niños que están por nacer y aún los que todavía no son ni concebidos, son la gran oportunidad para la humanidad.

Ellos tendrán que ser educados con valores de solidaridad, de igualdad, sin nacionalismos, sin religiones que enemistan y separan, sin sectarismos, sin clases sociales, sin diferencias de raza o color, sin apego a la propiedad, sin violencia, sin ambiciones materiales, sin competencia entre ellos, sin afán de lucrar, sin abuso, sin mentira, sin egoísmo enfermizo, sin prejuicio de ningún tipo; si no, seremos una especie más en extinción.   

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