martes, 14 de enero de 2014

LOS PARTIDOS

LOS  PARTIDOS

Supuestamente la voluntad política de un pueblo heterogéneo no es uniforme, es plural; en ella coexisten diversas tendencias que se agrupan en partidos. Es así que la identificación de intereses de clase  empezaría por separarse, para formar conglomerados distintos, con cierta similitud de características.

La clase burguesa, en la que caben los dueños del gran comercio, la gran industria, los grandes hacendados, los grandes empresarios, los inversionistas y especuladores; tiene fronteras definidas. Otra clase de intereses son las de los pequeños comerciantes, los dueños de talleres y negocios modestos y otra clase la de los empleados, obreros y campesinos.

Los auténticos partidos políticos, en un país que se precie de democrático, deben representar los intereses de cada clase y a este segmento de la población representada en ellos, corresponde su ideología, su discurso, sus acciones, sus líderes, sus dirigentes y sus candidatos.

No debe, dentro de esta lógica, haber miembros mezclados de las distintas clases sociales en un partido, puesto que tienen intereses antagónicos; cada partido debe integrar únicamente militantes de la clase que representa.

La realidad nos muestra que en los hechos no es así, las clases bajas, campesinos, obreros y burócratas de poco rango, forman parte de los mismos partidos que integran a muchos burgueses, con intereses e ideologías opuestas.

Hay aquí una incongruencia central que es aprovechada por la corrupción política, que encuentra la manera de apoyarse en la ignorancia y la pobreza de las enormes masas populares.

Es inaudito que en un país donde subsisten en la marginación cuarenta millones de miserables, además de veinte millones de gente pobre, no logren formar una clase sólida, representada en un partido político, que encause en un solo frente sus reivindicaciones, su redención histórica.


La clase social más débil, es la más numerosa. La más fuerte es la menos numerosa; lo que revela un absurdo democrático-político. Por lo que podemos concluir que sin líderes sindicales corruptos, sin acarreo, sin compra de voto ni de voluntades, sin chantaje, sin fraude electoral y con educación ciudadana, nuestro país daría un gran salto en el tortuoso tránsito hacia la democracia plena.   

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