TRAICIÓN AL
PUEBLO DE MÉXICO
Sin sufragio efectivo, es cínico e inútil hablar de reelección. La
efectividad implica pulcritud, ética y decencia en los comicios y esto es lo
último que existe, dentro de la práctica política de México, muchos lo sabemos
muy bien.
El enjuague de las encuestas, las campañas mañosas, los acuerdos bajo
el agua, el descaro de la publicidad apabullante, los opacos apoyos financieros
para afianzar compromisos y negocios que se concretarán en el siguiente período
para seguir saqueando a la patria; en fin, toda esa parafernalia electoral para
avorazarse sobre el patrimonio que queda a la nación, es una verdadera vergüenza,
cosa que los políticos no conocen.
Mientras tanto ¿Qué hace la ciudadanía – teóricamente – principal
protagonista de la historia? Foco de atención de los mensajes publicitarios y
propagandísticos de partidos y candidatos políticos.
El deber y el sagrado derecho al voto, reciente conquista de la mujer,
a quien se le dio esta prerrogativa, en un gesto humanista y patriótico,
concesión del presidente Ruiz Cortinez, como un privilegio democrático que con
broche de oro, cierra la brecha de género; como si el sufragio fuera efectivo.
Que ingenuidad de la gente instruida que, sabiendo la calidad y
cantidad de marrullerías y falsedades de las costosísimas campañas electorales;
sexenio tras sexenio, acuden a las urnas a sufragar su voto, con la remota
esperanza de mejorar las condiciones de nuestro país.
Las elecciones son un juego perverso, una desfachatada burla al pueblo,
que se encarga de los platos rotos del sexenio que se va, los funcionarios y gobernantes
solo se pasan la estafeta, guiñándose un ojo con la hipócrita sonrisa entre los
mentirosos labios.
Deposite aquí su libre y soberano voto, cierre los ojos y después le
digo quien ganó, desde luego tú seguiste perdiendo, entregaste tu voluntad, te
hicieron seleccionar representante, que jamás te volverá a preguntar tu
parecer, al votar endosaste tu voluntad como amo, dueño y señor de México. Puedes adivinar, si estás informado, quién
quedará a la cabeza del gobierno; desde luego no volverás a meter la nariz, no
habrá nadie que tome tu opinión, que te consulte sobre los asuntos de la
patria, no habrá plebiscito, no habrá referéndum, no habrá revocación de
mandato.
De todas maneras ¿quién habría de juzgarlo, quién habría contado e
interpretado los votos de los escasos ciudadanos capacitados, preparados,
enterados y educados para discernir, decidir o escoger representantes dignos y
confiables?
¿Qué podemos esperar de una democracia si dentro de los mismos
partidos hay trampas, fraudes, acarreos, dedazos y un sin fin de prácticas
anti democráticas y corruptas? Nuestra
ridícula democracia de papel destraza, se sostiene tambaleante en los hombros y
las espaldas de millones de analfabetas funcionales, de personas que apenas
sobreviven al día, que ignoran la potestad que la Constitución les otorga, que
sin tener qué comer, venden su voto por un plato de frijoles.
No habiendo legitimidad en la conformación ciudadana del organismo
encargado de hacer efectivo el sufragio, nada noble y recto se puede esperar de
una contienda política ficticia, que solo cambia la máscara, pero en el fondo
conserva el mismo desdén por el pueblo.
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