ESCLAVITUD CONTEMPORÁNEA
Aparentemente la esclavitud ha quedado erradicada del
mundo, en México al menos de manera teórica, lo fue en el siglo XIX, la
Constitución en su Artículo 2º.- lo garantiza.
No obstante la realidad en que vivimos, aunque no se
mencione este lacerante y abominable fenómeno, nos demuestra que sigue
existiendo este estigma con otros nombres, eufemismos que esconden el
calificativo: “esclavo” y lo sustituyen por peón, mozo, jornalero, criado,
obrero y a veces empleado.
Para el caso es lo mismo, el abuso, la explotación
despiadada, la contratación ignominiosa, la falta de condiciones de seguridad e
higiene, las extensas jornadas, el out sourcing, la desprotección social, los
paupérrimos salarios, la amenaza del despido son características muy similares a la
esclavitud; aún hoy en día en pleno siglo XXI, nos enteramos casualmente del
comercio de personas, compra y venta de niños y mujeres para la industria de la
prostitución, el comercio y trasplante de órganos y otros deleznables actos.
Algunas maquiladoras son otro claro ejemplo que
muestra la permanencia de formas laborales todavía no superadas por nuestra
admirada civilización tecnológica.
El injusto reparto de la riqueza, la desmedida
ambición por el poder, el ansia demencial por el dinero, el imperio del mercado
con su monarca supremo el monopolio, la abyecta discriminación racial y otros
detestables factores han arrinconado a las bajas clases sociales y aún a las
medias a una desesperante y penosa situación, en la que para sobrevivir tienen
que aceptar cualquier condición por despiadada que sea.
El indígena tradicionalmente robado, expulsado de sus
tierras, explotado, marginado, herido, encarcelado y a veces hasta masacrado;
no solo en épocas pasadas sino en tiempos actuales, no tiene con qué defenderse
sino con su fuerza de trabajo, la que vende o alquila por migajas, pues no le
queda otra alternativa.
La gente pobre lo único que tiene para ofrecer en el
mercado es su trabajo y con el su vida, huyen por eso al otro lado de la frontera,
allá donde tampoco les llaman esclavos, pero de facto lo son como
indocumentados, impunemente son explotados en fincas agrícolas donde laboran de
sol a sol por un mísero salario que, ningún ciudadano norteamericano
aceptaría por insuficiente y vergonzoso,
sobreviven en pabellones, corralones y pocilgas, hacinados como ganado, siempre
temerosos de ser denunciados como delincuentes a la migra y deportados a las injustas causas que
originaron su emigración.
Los enganchadores de antaño que, en la época de la
dictadura porfirista, buscaban a quienes pululaban por caminos, campos y
pueblos en aras de encontrar un medio lícito de vida, que les hacían préstamos
para trasladarse a los campos yucatecos de henequén o los de tabaco en el Valle
Nacional de Tuxtepec, para quedar así endeudados de por vida en aquellas
explotaciones agrícolas, hoy son sustituidos por otros métodos más sutiles de
endeudamiento eterno que obliga a
aceptar condiciones laborales indignas e ignominiosas.
Las modernas armas de sometimiento hoy en día han
cambiado, no son ya los ejércitos que se desplazan sobre los territorios
débiles para someterlos y aplastarlos, hoy lo hacen mediante sistemas
financieros, a través de corromper líderes, con altas tasas de interés propias
del agiotismo para las impagables deudas, con derrumbe artificial de los precios
de las materias primas, con los mensajes abrumadores y sofocantes con los que
bombardean constantemente a las mermadas conciencias, ni hablar de la trata de
personas y los crímenes abyectos perpetrados por los carteles de las mafias
contra los indocumentados centroamericanos.
¿Cuál es pues el avance del hombre en el siglo que
empieza, en este nuevo milenio que apenas arranca? –Si, es verdad, el hombre ha
conquistado la luna, ha desentrañado muchos de los misterios del cosmos, ha
penetrado en la esencia de la materia, ha desarrollado la energía guardada en el
núcleo atómico, ha decodificado el genoma humano, ha descifrado enigmas antaño
inimaginables; pero continúa con su mismo perverso afán de dominio sobre sus semejantes, las guerras lejos de
haberse quedado atrás en la historia y debiendo ser solo un mal recuerdo, se
han recrudecido y multiplicado, los crímenes de lesa humanidad son tan
frecuentes o más que siempre, los atropellos a los derechos humanos siguen, los
abusos de las autoridades se perpetúan, la democracia es una falacia como
antes, la depredación de nuestra madre tierra no se ha suspendido, se ha
acentuado, ¿Dónde está la evolución?
El autoritarismo, la hegemonía de unos cuantos, la
miseria de las masas se acelera día a día ¡De qué ha servido al género humano
el tan cacareado progreso, si seguimos siendo tan bárbaros como hace miles de
años?
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